El 11 de setiembre de 1973, un Hawker Hunter de la fuerza aérea chilena bombardeó su propio hospital militar. Era el momento del golpe de estado de Augusto Pinochet contra Salvador Allende. Se suponía que todo estaba coordinado, que ese bombardero debía ir en dirección de la casa de Allende y aniquilar a quien allí estuviera, pero en pleno vuelo cambió de rumbo y terminó destrozando el hospital de su comando. Juan Pablo Meneses (Chile, 1969) recoge esta anécdota que sirve como disparador de su primera novela: “Una historia perdida”, (Tusquets, 2022).
Meneses es un prolífico cronista que se abrió camino con su primer libro de historias «Equipaje de mano», un conjunto de relatos de no ficción sobre sus viajes por el mundo. Luego de ello vendrían «Hotel España»; «La vida de una vaca»; «Niños futbolistas» y «Un dios portátil».
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En su primera novela, finalista del Premio Herralde 2021, Meneses vuelve no solo sobre la historia de su país desde la pregunta ¿por qué aquel piloto del Hawker Hunter desobedeció órdenes y bombardeó su propia base?, sino también sobre lo que se conoció como el Boom de la Crónica Latinoamericana entre los años 2002 y 2012.
LA HISTORIA. Pablo es un cronista chileno —alter ego del autor—, famoso por algunos libros, cuyo oficio y pasión es escribir y viajar. En un momento de su vida recuerda que, en su niñez, cuando ocurrió el bombardeo del hospital militar, él vivía muy cerca y la explosión aquella lo afectó. En ese momento descubre que debe dejar todo y dedicarse a investigar qué pasó ese día. En esa búsqueda, Pablo revive su propia historia como cronista, cómo llegó hasta ahí, los premios que ha ganado y cómo esa palabra «Crónica» se ha convertido en símbolo no solo de moda sino de status.
IDAS Y VENIDAS. Lo primero que debo decir es que se trata de una novela que no pierde el ritmo. Atrapa desde el tono periodístico en que está narrada, pero también desde su modo confesional. Meneses hace uso de un narrador heterodiegético que invade la consciencia del personaje principal y a través de él vemos la realidad: dudamos y avanzamos con Pablo en su investigación sobre el bombardeo, pero también nos volvemos autores extraños de las historias que cubre para distintas revistas. Visitamos las fiestas de los cronistas de aquella época, nos aburrimos con él y vemos lo que fue ese mundo desde una perspectiva algo añeja.
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Si bien hay una intención de reconstruir un momento clave de la historia de Chile y con él, las formas en que la fuerza militar usó para ocultar sus derrotas, la intensidad del narrador vinculada a su oficio, a sus amores, a la escritura, terminan por abrazar esa primera propuesta y hacen que la novela se convierta una suerte de obsesión por la escritura, el viaje y el arte de vivir como un freelance. Son los momentos en que más fuerza toma la narración, cuando Pablo ignora las recomendaciones de su editora para escribir la historia que lo ha atrapado; cuando categoriza a los cronistas por sus estilos, cuando debe dejar a una novia porque no puede cumplir la promesa de no viajar.
El autor juega con el lector al plantear, desde el inicio, que realidad y ficción van a conjugar sin reglas: “Todos los hechos que vienen a continuación son reales y, aun así, este libro es una novela”, es la primera oración del texto. El acierto de Meneses es no abandonar su registro de cronista sino ponerlo al servicio de una ficción que podría ser la crónica extensa de una obsesión.
Texto ágil, breve y logrado que vuelve a poner en el escaparate el gran oficio de los cronistas de eso que un día se llamó Boom.