El hermoso y fresco poemario de Milene consta de tres partes: “Caminar”, “La huerta” y “Esperanza”.
El hermoso y fresco poemario de Milene consta de tres partes: “Caminar”, “La huerta” y “Esperanza”.

Milene Alfaro Alfaro, natural de Usquil, economista de profesión y escritora de vocación, es actualmente una de las principales plumas poética de . Sus poesías sueltas previas dieron paso a su primer libro: “En la montaña seríamos felices” (2018), de marcado carácter telúrico y romántico andino, al que el reciente pasado año agregó el sorprendente, y reflexivo “Caminar a la huerta”, elogiada justicieramente por Jorge Luis Roncal y Bethoven Medina. El primero destaca en la poesía de Milene “el impacto de la naturaleza, su infinita magia y la sabiduría de la gente de su pueblo, que se plasma en una poesía cósmica y sensorial”. Para Bethoven, Milene “vierte su mensaje en tonalidad poética auténtica. El verbalismo directo corresponde a la serranía, con un lenguaje impregnado del sentimiento y habla de la mayoría de nuestros pueblos andinos”.

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Además, la primera entrega bibliográfica de Milene fue “Usquil: la verdadera historia” (2015), conjunto de crónicas y escenas sobre la historia, desarrollo y cultura de su distrito, lo cual es signo de clara identificación con el destino de su pueblo.

ESTRUCTURA

El hermoso y fresco poemario de Milene consta de tres partes: “Caminar”, “La huerta” y “Esperanza”.

En conjunto, la exquisita poetiza no trata de recrear acciones o mostrar imágenes sobre hechos, actos o experiencias; por eso no se puede hablar de escenas paisajistas, sino de una poesía como medio de reflexiones, meditaciones, impactos y añoranzas sobre hechos y situaciones que vivió y que ya no se actualizan o repiten, sino algo que se adensa en una serie de reflexiones y pensamientos que se vuelcan a través de una poesía en la que convergen la tonalidad lírica y la meditación reflexiva.

“Caminar”, por ejemplo, no designa recorridos de senderos y rutas trajinadas, sino de actualizar experiencias en el recorrido de la propia vida: “Buscar lo sagrado de la vida / es caminar en el tiempo / llenarme de recuerdos que alegran mi existencia / acumular historias / compartir frutos del cesto con los amigos / compartir instantes que se hacen eternos / en el mismo universo”.

Para la autora, caminar son también los estilos, maneras o formas de vivir, como la maternidad, los quehaceres cotidianos, la propia ancianidad, que es un camino largo, vacío y distante; el término de todos los trajines, el retorno al ser de la vida.

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LA HUERTA

La segunda parte comprende poemas que tampoco intentan recrear o actualizan imágenes de la huerta familiar andina, sino repasar experiencias, impresiones, sensaciones de lo que se tuvo pero que ya no se posee; de algo que estaba hecho, pero que ya no existe; de recuerdo de lo que reverdeció con su frescura y que sobrevive con una sensación de vacío y de recuerdos. Son las impresiones que trasmite, por ejemplo, “La huerta olvidada”, pero también los poemas evocativos: “La choza del acantilado”, “Abandono”, “Surcos”, “Riego”, “Alforja” y todos los poemas que brotan del recuerdo de tiempos idos y ya cancelados”.

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ESPERANZA

Debe ser la parte más intensamente reflexiva, de meditación trascendente, de búsqueda de lo que ya no se puede encontrar. Entonces, la inquietud social, las ansias de dignidad y respeto a la mujer adquieren un serio tono reflexivo: “Mirándome las manos agrietadas / por las huellas de los hijos / escucho a las piedras gritar / por mujeres abandonadas / mujeres abusadas / mujeres en el suelo”. Y otra vez la sensación de muerte bajo reflexiones en las que la poesía se fusiona con la reflexión filosófica y trascendente, así como la conciencia de la autora sobre el término o fin de la existencia: “Morir es dejar mis raíces en la tierra / despedirme de esta estancia solar / para recorrer mi viaje / inexorable hacia la luz”.

Sin embargo, el poemario no termina con signos inexorables de pesimismo o acabamiento, sino con un mensaje reflexivo y optimista, plasmado en el extenso poema “En busca de la esperanza”, signo revelador de una profunda y ampliar cultura histórica y general, sustentada en claras reflexiones filosóficas y trascendentales. Sintomáticamente, la estrofa final se cierra con estos versos: “Sentada frente a la esfinge / corazón de león / estela del sueño en el año cero / veo la mano de Dios / para descifrar el enigma / del hombre y su destino / donde concluyo que soy / uno de sus pensamientos / Dios mío”.

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REFERENTE, ESTILO Y LENGUAJE

El punto de partida de esta original y hermosa creación poética es la propia vida en relación con la naturaleza pródiga y fecunda, como conjunto de experiencias vividas y que ya no pueden repetirse, pero que proyectan sus imágenes, sensaciones y reflexiones. Pero debe quedar en claro que no se trata de una poesía que recrea paisajes o estampas; no es una poesía que procura retratar objetos o seres en general. El universo andino del que parte, es solo un trasfondo, un ambiente traspasado de evocaciones, reflexiones y nostalgias, con una clara sensación de que la vida no es estática, sino un proceso en continua caminata.

El estilo, más que nominal o descriptivo, es próximo al verbal, a los hechos y acontecimientos vividos. Las propias imágenes o quehaceres se actualizan provenientes de un pasado con sus proyecciones al presente.

El lenguaje artístico muestra a una poetisa en la plenitud y madurez de su nivel y capacidad creadoras, claro signo de un alto nivel de originalidad, de manejo de recursos expresivos, de pleno dominio de los temas o asuntos que se propone desarrollar y transmitir.

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