Desde Trujillo, la hinchada apoyó hasta el final a la Selección Peruana que cayó por penales ante Australia.  Sin embargo, muchos todavía tiene la fe intacta. Foto/ Arturo Gutarra/Con Memoria
Desde Trujillo, la hinchada apoyó hasta el final a la Selección Peruana que cayó por penales ante Australia. Sin embargo, muchos todavía tiene la fe intacta. Foto/ Arturo Gutarra/Con Memoria

“Si no se sufre no se goza”. Es la frase que todo hincha peruano lleva interiorizada en su mente y en su . Casi nunca somos favoritos y es por eso que nos hemos acostumbrado a luchar hasta el final para lograr los objetivos y con ello alcanzar niveles altísimos de emoción y alegría.

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En la inquebrantable fe de la hinchada peruana se creía que esa fórmula era nuestro sello. Se sufriría, pero la dicha del esperado triunfo haría olvidar todo el padecimiento previo; sin embargo, esta vez no fue así, el esperado gozo nunca llegó: se sufrió antes, durante y después del partido, porque perdimos en ronda de penales ante Australia y con ello el pase para acudir a la cita mundial en Qatar 2022 se esfumó.

Lo que no pasa es el sufrimiento, aún se siente y no hay consuelo para aquel hincha de corazón y alma.


JUGARON SU PARTIDO

La mejor hinchada del mundo hizo su parte. En cada región del país se pintaron de rojo y blanco para alentar a la Selección Peruana durante el difícil encuentro frente a su similar de Australia. Hubo banderazos, marchas y pantallas gigantes para ver el partido.

En Trujillo y en varios de sus distritos fueron los alcaldes los que motivaron la presencia de la hinchada en puntos estratégicos para apreciar el choque entre ambas escuadras.

En la explanada del Estado Mansiche hubo bandas, cánticos y mucha energía que transmitir a los once guerreros que salieron a la cancha a representar al Perú, pero nada de eso fue suficiente.

Ayer fuimos superados y las derrotas duelen. Es probable que se sufra más en estas instancias, pues tocamos la gloria con las yemas de los dedos y luego se escapó de nuestro alcance. Un penal perdido desató un mar de lágrimas, desencajó rostros y llevó las miradas al cielo en busca de una explicación. ¿Por qué ocurre esto?

Las voces se silenciaron, ya no hubo más cánticos. Las trompetas se despegaron de los labios y las tarolas quedaron regadas en el piso. La mejor hinchada del mundo también cayó derrotada al igual que la Selección Peruana.

Sin embargo, la camiseta, la rojiblanca seguía pegada a sus cuerpos como si fuera parte de su propia piel.

El dolor de la derrota no pasa ni pasará tan rápido. Quizá hoy sigamos rumiando nuestra bronca y mañana igual; pero luego se irá disipando y cuando la Selección Peruana vuelva a saltar a un gramado de juego volveremos a apoyar a los que lleven los sagrados colores de nuestra bandera, porque cuando juega Perú jugamos todos y si hay algo que cada vez crece más, es la fe de la mejor hinchada del mundo.