Sobreviviendo en los arenales de Alto Trujillo
Sobreviviendo en los arenales de Alto Trujillo

Escrito por Alonso Gordillo

Al pie de uno de los cerros del populoso distrito de El Porvenir y en medio de los arenales, hay familias que no solo lidian una batalla para no contagiarse con el coronavirus, sino también, con el hambre y la desidia de muchas autoridades que luego de las campañas electorales se olvidaron de ellos y -literalmente- viven a su suerte.

MISERIA

Los más de 200 pobladores que viven en el barrio 5E del centro poblado Alto Trujillo, en donde muchos dicen “que Dios nunca pisó la tierra”, desde el 16 de marzo (primer día del estado de emergencia por el coronavirus) han tenido que ajustar sus bolsillos extremadamente para poder sobrevivir los primeros 15 días, pero luego de eso ahora a gritan un apoyo para que puedan tener un pan sobre su mesa. Para su mala suerte o coincidencia de la vida a ellos no les ha tocado los bonos entregados por el Gobierno y mucho menos las canastas entregadas por la Municipalidad Distrital de El Porvenir.

“No tenemos para comer. Si estuviéramos en campaña electoral todos hubiesen llegado para comprar los votos, pero ahora que más lo necesitamos nadie viene. Ni siquiera nos empadronaron. Creo que se olvidaron de venir a empadronarnos o fácilmente vivimos tan lejos y creen que no existimos”, dijo una madre de familia cuando recibía una canasta que un grupo de personas llevó para regalárselas.

Para llegar hasta el barrio 5E es una travesía y durante todo el trayecto se pueden observar banderas blancas, que no precisamente significan que buscan la paz en esta guerra contra el coronavirus o como en las luchas que la utilizan para darse por vencidos. Ellos las pusieron como sinónimo de que necesitan ayuda y que ya no tienen para comer. Y, claro está, no están dispuesto a perder esta batalla.

La pobreza con la pobreza extrema está dividida por una pared de adobe que tiene un fondo blanco y la siguiente frase: “No contamos con el bono de 380 ni con el bono independiente. ¡Acuérdense de Nosotros!”.

En tiempos de coronavirus en este lugar no existe la envidia y sí la solidaridad. Si a alguien le falta un pan los vecinos se juntan y hacen la famosa “chanchita” para ayudar.

“Trabajaba en una fábrica de zapatos, pero desde el lunes 16 de marzo ya no pude ir a trabajar y mi jefe me estuvo apoyando. El dinero se me acabó a la tercera semana del estado de emergencia y no tenía como alimentar a mi esposa y mi hijo de un año y cinco meses. Una vecina que tiene su tienda no dudó en fiarme algunas cosas sin importarle que no podría pagarle en los próximos días. Mis vecinos al enterarse que ya no puedo sostenerme me regalan una que otra cosita”, dijo Marco Campos, quien vive junto a Rosa y su pequeño Dilan.

Acá todos cumplen con el aislamiento social obligatorio decretado por el Gobierno y solo salen cuando escuchan el motor de un vehículo o si por su ventana ven a una persona extraña. El temor que tienen es contraer el Covid-19 porque saben que nadie los podrá ayudar. “Si nos enfermamos nos morimos acá mismo”, sostuvo un señor.

Y es que si alguien se enferma tendrían que caminar más de una hora para llegar al centro de salud más cercano.

En los arenales de Alto Trujillo el estado de emergencia se vive entre la pobreza y la desidia de las autoridades.