Han pasado 183 años de aquel día en que, el entonces Presidente, Carlos Augusto Salaverry, ordenara la creación de la provincia de Chiclayo; aunque tres días antes, el mismo mandatario le otorgó la categoría de ciudad con el nobilísimo título de “Heroica”.
Por tal motivo y atendiendo al enigmático pasado que tiene ahora esta gran urbe, Correo decidió realizar un breve viaje al pasado buscando revalorar, de alguna manera, el legado de quienes nos antecedieron.
ANTAÑO. ¿Sabe usted que algunas de las principales calles antiguamente tenían otros nombres?; o ¿conoce la historia de la segunda cúpula de la catedral?; o ¿las costumbres, algunas pérdidas?
Luis Orderique Carranza es un casi centenario chiclayano que nació en la calle 8 de Octubre, a unas cuantas puertas de la Av. Balta. El excombatiente del Conflicto del 1941 evoca algunos usos, costumbres y anécdotas que él vivió y otras que su padre le transmitió.
Constructor, uno de los cien oficios que tuvo, Orderique manifiesta que trabajó (a mediados de los ‘40) en parte de la construcción de la catedral que hoy todos conocemos.
“Ocurrió algo muy curioso cuando se edificaron las dos cúpulas que existen. Primero se hizo la de la calle San José, pero el molde de madera utilizado fue desarmando, por lo que se armó otro para la segunda cúpula (calle Elías Aguirre).
Cuando se desencrofó, esta quedó muy pequeña, lo cual se notaba a simple vista y todos comentaban el hecho…el ingeniero a cargo (Williams) al final tuvo que darle solución al caso luego de un buen tiempo”, contó Orderique.
El nonagenario cuenta que en su época, la gente acudía los domingos muy temprano a misa, las mismas que comenzaban desde las 5:30 a.m. “Mi padre me contaba que en su época, estas iniciaban a las 4:30 a.m.”.
Otro uso muy popular en aquellos tiempos era el consumo de chicha, pues Orderique narra que gran parte de la población, en aquella época, no acostumbraba a beber cerveza.
“Uno de los salones más concurridos y exclusivos era el de mi madrina, Rosa Graus, en la calle 8 de Octubre. Luego, en la hoy intersección de la calle Vicente de la Vega con José Gálvez, un alemán comenzó a fabricar cerveza, a 40 céntimos la botella, me contaba mi padre”, evocó.
Orderique también recordó que antiguamente Chiclayo se reducía por el sur hasta la Av. Bolognesi; por el este hasta la acequia que está atrás del ahora Hospital Almanzor Aguinaga; por el oeste hasta la estación del tren, lo que es ahora el Banco de la Nación y por el este hasta la Av. Pedro Ruiz, en ese entonces la Miraloverde, la cual llegaba hasta casi lo que es ahora la Av. Angamos. En todas estas zonas había una cruz. “En esa época eran muy pocos los taxis, cuyo paradero era el atrio de la catedral”.
COMERCIAL. Con casi dos décadas menos de vida que Orderique, Correo ubicó al carismático Juan Salazar Torricelli, conocido en Chiclayo como ‘El hombre del millón de amigos’.
“Yo nací en la primera cuadra de la calles Los Ángeles, ahora, Tarata”. Con una visión un poco más actual, Juan Salazar recuerda famosos barrios como el de la calle “El calzoncillo”, que no es más que la bifurcación aún existente entre la calle Ízaga y la Av. Sáenz Peña.
“La calle Elías Aguirre era Real; Torres Paz era San Marcos; Lapoint era Teatro; Sucre antes era Las Ventanas; Tacna era El Higuerón; la calle José Gálvez era conocida como el Palacio de Cristal; Lora y Cordero era Santa Catalina, etc.”, narró.
Salazar comenta que en la década del 60 los grandes comercios se instalaron en la calle Elías Aguirre. “La tienda Montenegro, la tienda Cuglievan eran los Real Plaza de ahora. La casa Gorbitz; la casa Salen Cabar”, narró.
Esta explosión comercial de la época para Salazar se debe a la alta presencia de colonias árabe- palestina en esta ciudad. “Chiclayo nació comercial, la gran ventaja eran los puertos de Pimentel y Eten…también la colonia China ha sido muy numerosa y su centro comercial, de abarrotes, sobre todo, se afincó en la calle Santa Catalina (Lora y Cordero).
El casi octogenario, recuerda con frescura que en su época (años 50) solo existían dos paraderos de taxi, uno frente a la municipalidad de Chiclayo y otro en la esquina de Elías Aguirre con Balta.
“Los taxistas eran conocidos: Eriberto Alván, el señor Ripalda, don Máximo Acevedo, el señor Huamán, el señor Mori, no eran más de 20 y uno tenía que venir hasta el parque para coger un taxi”.