A pesar de tener más de tres décadas de fundación, el pueblo joven Ramiro Prialé II, situado en la salida este de (carretera a Pomalca), vive una profunda desatención por parte de las autoridades locales y regionales.

Correo llegó hasta esta zona y constató que sus estrechas calles y polvorientas avenidas aún muestran los estragos que dejó el último fenómeno de El Niño Costero, por lo que se teme que otras lluvias similares puedan borrar del mapa sus viviendas.

MARGINADOS. Sobre el particular, Rocío Campodónico Cervantes, una de las fundadoras de este barrio, comenta que fue designada hace un tiempo como agente municipal de la zona, pero jamás la comuna chiclayana ha coordinado ninguna actividad con ella.

“Los servicios son deficientes, por eso la gente espera con impaciencia la ejecución de la obra de agua y desagüe, que por décadas se anuncia en este conglomerado de 12 pueblos jóvenes”, afirmó la moradora.

Campodónico añade que esta situación obliga a los vecinos a comprar agua a los negociantes del líquido elemento que llegan por ahí.

“Casi todo el 2017 la cisterna de Epsel no vino para abastecernos con agua. En mi caso, cada 2 a 3 días compro cilindros de agua gastando 28.00 soles a la semana y cerca de 100 soles mensuales”, indicó.

Otra cosa muy notoria en Ramiro Prialé II, es que por la falta de alcantarillado, muchos vecinos se ven obligados a construir sus pozos sépticos en las afueras de sus viviendas, tal como sucede en la mayoría de los sectores de este conglomerado de barrios.

Esta situación se da porque muchos ya no tienen espacios al interior de sus casas para seguir abriendo los pozos sépticos (también llamados pozos ciegos), a donde evacuan sus aguas servidas y demás líquidos que excretan.

TEMOR POR LLUVIAS. Otra intranquilidad del vecindario es por la falta de obras de prevención y reconstrucción ante las eventuales lluvias que podrían volver a caer.

“Durante el último fenómeno de El Niño Costero, las calles de este barrio parecían ríos, la mayoría de las casas se inundaron y ninguna autoridad se dignó en aparecerse por acá, ni el alcalde, ni el gobernador regional, tampoco ningún congresista de la República. Los propios vecinos nos unimos para hacer las zanjas y así, a punta de pico y palana, pudimos evacuar el agua hacia un inmenso terreno de propiedad privada ubicado muy cerca a nuestro pueblo, el cual fue nuestra salvación, caso contrario cuántas casas se habrían venido abajo”, comentó Rocío Campodónico.

Un calvario similar vive este barrio con el tema del recojo de la basura, cuya responsabilidad es de la Municipalidad Provincial de Chiclayo.

“Al camión recolector ya ni lo conocemos, porque viene cuando se acuerda, en el mejor de los casos se aparece cada 15 días o al mes, pero sí sabemos que por la pista (carretera a Pomalca) pasa de vez en cuando”, indicaron los vecinos.

Otro flagelo es la delincuencia y drogadicción, esto debido - de acuerdo a la versión de los moradores -, a la precaria presencia policial en la zona.

“Antes no habían tantos robos como ahora; a más de un vecino los han seguido desde que bajan del combi, en la carretera a Pomalca, para robarles todas sus pertenencias”, precisó.

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