Garantizar la Primera Infancia libre de maltrato, violencia y estrés tóxico garantiza el desarrollo personal y económico de un país.
Garantizar la Primera Infancia libre de maltrato, violencia y estrés tóxico garantiza el desarrollo personal y económico de un país.

Preocupante realidad. En el Perú, el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS) tiene como prioridad la Primera Infancia (desde la gestación hasta los 5 años de edad), por ser la etapa donde se garantiza el futuro de la persona, sin embargo las cifras de maltrato contra los menores son preocupantes.

De enero a octubre de este año, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) a través del Programa Nacional Aurora, reportó 130,445 casos de violencia; de los cuales 6941 corresponde a niños y niñas de 0 a 5 años de edad.

Según el cuadro estadístico de los Centros de Emergencia Mujer (CEM), se registraron 3,796 casos de violencia psicológica, 2,278 casos de violencia física y 782 casos de violencia sexual; siendo en Lambayeque 101 las y los menores (de 0 a 5 años) víctimas de maltrato. 303 (de 6 a 11 años), 513 (de 12 a 17 años).

Registro de violencia en menores de 0 a 5 años de enero a octubre de 2022.
Registro de violencia en menores de 0 a 5 años de enero a octubre de 2022.

Las consecuencias de un entorno adverso en la primera infancia

El Desarrollo Infantil Temprano debe ser una prioridad de política pública, pues la Neurociencia ha demostrado que, en los primeros años de vida, un entorno influye significativamente en el desarrollo del cerebro.

Así lo indicó la doctora, Ariela Luna Flores, exministra de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), durante la primera sesión del Programa de Formación en Primera Infancia para Periodistas realizado por El Centro de Negocios de la Pontificia Universidad Católica del Perú (CENTRUM PUCP).

“La neurociencia ha estudiado cómo afecta el entorno al cerebro. En los primeros 24 meses de vida se desarrollan 700 nuevas conexiones neuronales por segundo. Si es un entorno adverso, de violencia familiar, abandono, depresión materna, esto retrasa entre 90% y 100% el desarrollo cognitivo, emocional y de lenguaje. Si es un entorno de amor, apego y buena nutrición, el niño tendrá un desarrollo infantil adecuado”, señaló.

La neurociencia confirma los datos en el cerebro de niños y niñas sometidos a maltrato.
La neurociencia confirma los datos en el cerebro de niños y niñas sometidos a maltrato.
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La exministra sostuvo que el bebé debe ser esperado en un entorno saludable y afectivo que garantice todas las condiciones para que pueda crecer adecuadamente; de lo contrario, si es sometido a un estrés tóxico generado por un ambiente violento en el hogar, afectará su estructura cerebral.

Para ello compartió un video sobre estudios realizados por la Universidad de Harvard en los que se concluye que “si un niño está lidiando con mucho estrés no importa cuán intelectualmente dotado sea, su aprendizaje se verá afectado negativamente por esta clase de interferencia emocional. Cuando experimentan incertidumbre o inestabilidad, maltrato o descuido esto perturba literalmente el sistema de circuitos y arquitectura del cerebro mientras este se esté desarrollando”.

Por su parte, la profesional en Ciencias Sociales y Psicología, Mabel Herrera Castañeda, quien estuvo a cargo de la ponencia “El Impacto de la pandemia en la primera infancia”, sostuvo que cuando un niño o niña es sometido a un estrés constante, estos producen de manera permanente la hormona cortisol, la cual impide su óptimo desarrollo.

“La activación prolongada de los sistemas de respuesta al estrés puede perturbar el desarrollo del cerebro, debilitar otros sistemas de órganos y aumentar el riesgo (3 veces) de enfermedades en la edad adulta, como trastornos cardiacos, diabetes, abuso de sustancias y depresión.

La importancia de la salud mental en los padres y madres

A su turno, la doctora en Psicología, Magaly Noblega Mayorga, señaló que si los cuidadores (padres y madres) tienen problemas de salud mental – lo cual recrudeció durante la pandemia – les dificultará cumplir el rol que se necesita para lograr el Desarrollo Infantil Temprano.

La especialista compartió los resultados de la Evaluación Continua del Impacto de la Covid-19 en el desarrollo de niños y niñas menores de 6 años, realizado por la Fundación Baltazar y Nicolás, en alianza con Copera Infancia y la Pontificia Universidad Católica (PUCP).

Al aplicar dicho estudio (encuesta a una muestra de 59 mil cuidadores a nivel nacional) pudieron determinar el porcentaje de padres de familia que viven con uno o más indicadores de depresión, esto es: menor interés por las cosas que antes les gustaba, sentimiento de decaimiento, depresión, desesperanza.

Del mismo modo, determinaron el porcentaje de padres de familia que viven con uno o más indicadores de ansiedad, esto es: sensación de nerviosismo, y dificultad para dejar de pensar en problemas o preocupaciones de su vida. Así también, evaluaron los indicadores del estrés.

“La salud mental del cuidador se puede ver afectada cuando hay menor seguridad financiera o alimentaria, menor acceso a espacios exteriores, menor soporte de amigos y familiares, menor tiempo para actividades personales o cuando son padres sin pareja”, señaló.

“El 86% de la población (cuidadores) tiene indicadores de ansiedad, depresión o estrés. Al mismo tiempo, el 55%, más de la mitad, siente que desde el inicio de la pandemia empeoró esos indicadores. Estas dificultades en la salud mental disminuyen la calidad del cuidado, es una variable que no le permite al cuidador desempeñar de manera adecuada su tarea parental”, agregó.

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Es por ello que, el estudio concluye con las siguientes propuestas de intervención: atención selectiva a la salud mental (seleccionar grupos de cuidadores afectados y brindarles ayuda en consultorios o apoyo vía telefónica), promover el autocuidado universal (que el padre y la madre tengan espacio para sus propias actividades personales, espacios con amigos y de actividad física).

Asimismo, desarrollar las competencias parentales a nivel universal (capacitar a los cuidadores sobre lo que el niño o niña necesita), promover la corresponsabilidad en el hogar (que el padre ayude a la madre en el cuidado del bebé), fortalecimiento de redes de soporte comunitarias presenciales y virtuales e involucrar al Estado, sociedad civil y la academia.

Denuncias de maltrato la hacen familiares, vecinos o profesores

La mayoría de denuncias son realizadas a través de la Línea 100 por vecinos o parientes de los niños maltratados, quienes se conmueven cuando escuchan los gritos o llamadas de auxilio y deciden quejar al padre o madre violento de manera anónima.

“En la gran mayoría de los casos, cuando hablamos de maltrato físico o psicológico, los agresores son los padres. Entonces, quienes los denuncian son el tío, el cuñado, el vecino, que son testigos del maltrato. Pero al mismo tiempo tienen temor de hacer la denuncia porque hay represalias, más si son familia, no les hablan o no les permiten visitarlos, entonces hacen las denuncias anónimas”, señaló Angélica Musayón, coordinadora de la Red Poder de Mujer de Lambayeque.

En dialogo con Correo, explicó que los CEM solo son centro de asesoramiento y acompañamiento a la víctima de violencia, siendo las comisarías, el Ministerio Público o los Juzgados de Familia donde se interponen las denuncias. En algunos casos, son los mismos profesores cuando descubren la agresión sufrida por su alumno.

“Al niño se le aplica la ficha de evaluación de riesgo y se establece el grado de daño. La Unidad de Protección Especial hace una investigación tutelar, para ver si el niño puede continuar con sus padres o ir al hogar de algún familiar cercano que reúna las condiciones de protección o ir a un albergue. Esta decisión la toma el juez, si hay riesgo a la vida y salud del menor”, señaló.

Faltan políticas públicas para promover escuela de padres

Precisó que en Chiclayo existen los albergues San Vicente de Paúl y San Juan Bosco del Programa Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif), también aldeas infantiles del Gobierno Regional de Lambayeque donde hay cientos de niños, no solo que fueron víctimas de maltrato, sino también abandonados al nacer, o cuyos padres fallecieron.

La especialista indicó que la mayoría de personas adultas en el Perú educan a sus hijos a imitación de lo que sus padres hicieron con ellos, repitiendo el castigo en lugar del apego y comunicación como método de crianza y educación.

“En este país nadie se forma para ser papá y mamá, uno estudia cinco a más años para tener una profesión; pero para ser papá y mamá, que es el rol, la función, la responsabilidad, más importante y trascendente de tu vida no te forma nadie. Debería hacer políticas donde se promueva que dentro de la familia se formen a los futuros padres”, señaló.

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Precisó que una frase recurrente en el país es: “gracias a esa paliza que me dieron mis padres de niño no soy un delincuente, soy una persona de bien”; sin embargo, en los talleres que ha realizado, cuando los usuarios recuerdan esas etapas de su vida sienten dolor y frustración. “Es un trauma oculto que en algún momento lo van a manifestar”, acotó.

Del mismo modo, advirtió el daño irreversible que los padres y madre pueden ocasionar a sus menores hijos si recurren al maltrato como método de crianza.

“Según los especialistas hasta los 5 años se formó el 80% del cerebro de la persona humana y si sometemos a este ser en proceso de formación a una situación de estrés, de maltrato, obviamente que vamos a ocasionar distorsiones en su sistema neurológico, afectamos su capacidad intelectual de por vida”, acotó.

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