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Enclavado en la serranía de , se levanta el impotente santuario del Señor Cautivo de Ayabaca, patrono de esta provincia. Esta es una imagen milagrosa para miles de peregrinos que cada año llegan hasta dicha ciudad en busca de un milagro o agradecimiento por algo recibido del “Negrito lindo”.

Faltan 10 días para la llegada del Papa Francisco a la ciudad de Trujillo. La imagen del Cautivo estará presente en la misa papal, junto a la Virgen de Las Mercedes y otras imágenes de todo el norte peruano.

URNA ESPECIAL. El párroco de la iglesia de Ayabaca, Tarsicio Pulman Ibáñez, nos informó que se están ultimando los detalles sobre el día que la imagen partirá rumbo a Piura, para luego ser embarcada a la región Trujillo, donde estará a más tardar el día 19 para su encuentro con el Papa Francisco.

“Lo que sí estoy seguro es que irá en una urna especial y será alojada en la parroquia Nuestra Señora de la Altagracia en La Primavera, en Trujillo. Al día siguiente, saldrá rumbo a Huanchaco. Agradecemos a Monseñor Daniel Turley, Obispo de la Diócesis de Chulucanas, por ser el gran gestor de que el “Cautivito” esté en este acontecimiento mundial”, indicó Tarsicio Pulman.

Asimismo, refirió: “nosotros vamos con fe y esperanza, como reza el lema de la visita. Es propicio el momento para seguir manteniendo esa fe tan popular y muy grande que sentimos por nuestro Señor Cautivo y qué mejor que compartirlo con el Papa Francisco. Será todo un complemento de impartir la fe, evento al que vamos a estar en la mirada de todo el mundo católico”.

BENDECIDOS. Por su parte, Juan Carlos Tamayo, vicepresidente de la Hermandad Ayabaquina, la cual está conformada por 100 personas entre hombres y mujeres que están al cuidado, conservación y vestimenta de la imagen, se sintió muy feliz por estar presente junto al Papa Francisco.

“Es algo importante que nuestra imagen, que atrae a muchos peregrinos no solo del Perú sino también del Ecuador y Chile, esté ante el sucesor de Pedro. Es algo trascendental para Ayabaca, que se dará a conocer al mundo, nos sentimos bendecidos por ello”, remarcó Juan Carlos Tamayo.

OBRA DE ÁNGELES. Cuenta la historia que fue en el cerro El Sahumerio, (Jililí, 1751), donde un humilde labrador observó sorprendido que al dar hachazos a un tronco de cedro, brotaba un líquido parecido a la sangre. Luego de comunicar a los vecinos, decidieron mandar a esculpir una imagen sobre ese tronco, nombrándose una comisión para ir a Ecuador, donde habían buenos talladores.

En el camino tropezaron con dos forasteros que dijeron ser escultores y se comprometieron a tallar la imagen, pero bajo dos condiciones: que nadie los interrumpiera y que los alimentos se los hiciera llegar a través de una pequeña ventana.

El pueblo esperó impaciente durante 8 días y en el último, los vecinos se dirigieron hasta la habitación donde se habían recluido los artistas. En un principio, los vecinos pensaron haber sido engañados.

Los caballos de los forasteros habían desaparecido y ninguno de ellos estaba dentro de la habitación. Forzaron la puerta, lograron entrar y se quedaron maravillados con el espectáculo que vieron.

Frente a ellos, se encontraba una obra maestra, la imponente imagen de un hombre cautivo que los miraba fijamente. Se hincaron de rodillas y en el júbilo expresaron: “esta es obra de ángeles”, pues se percataron que los alimentos alcanzados estaban intactos y no había rastros de los artistas.

MILAGROS. Viendo a los peregrinos que se arrastran ante su altar, no hay palabras para expresar este fervor y religiosidad popular al Señor Cautivo de Ayabaca.

Muchos aseguran haber recibido “milagros” por parte de esta imagen y por ello acuden año tras año por los rudos caminos que conducen a Ayabaca, desde todos los rincones del Perú, para venerarlo. Para ellos no existe cansancio, agotamiento, hambre, ni sueño; todos quieren llegar a su santuario.