Cinco años después de “Salvavidas de hielo” Jorge Drexler presenta su “Tinta y Tiempo”, un trabajo musical que se hizo esperar y que reafirma en el cantautor su convencimiento de que el amor en todas sus expresiones es lo más importante. En esta nueva entrega el compositor presenta colaboraciones con C. Tangana en “Tocarte”, Rubén Blades en “El plan maestro”, la israelí Noga Erez en “¡Oh, algoritmo!” y el uruguayo Martín Buscaglia en “Bendito desconcierto”; temas que integran una colección de canciones que cuentan historias y tocan las fibras de los sentimientos.
“Tinta y tiempo” tiene al amor como el hilo conductor, es el ‘Plan Maestro’ del disco...
Y por eso elegí esa canción para que abra el álbum, un historia de amor que empieza realmente en los orígenes de la vida. Fíjate que la pandemia produjo dos reacciones temáticas en mí, la primera fue decir esto lo tengo que contar, es como si viviera en una dictadura y no hablara de eso, y estuve escribiendo mucho sobre la pandemia, los tapabocas y el miedo al contacto. Cuando llevaba varias canciones escritas, seguí haciendo otro tipo de temas y pasaron dos cosas; me di cuenta que vivimos con miedo y lo quisimos contar. pero también nos percatamos del valor de la celebración, del abrazo y de hasta compartir con extraños un espacio cerrado en un bar.
Algo tan sencillo y cotidiano...
Eso me produjo que además del miedo y de querer narrar eso, me dio como una especie de reflejo de celebración que nos pasó a muchos, de festejar la vida. Recuerdo que se brindaba mucho en el confinamiento, no solo porque estábamos aburridos en casa, sino porque estábamos vivos, ha pasado el virus y estamos vivos y había que recordarlo porque todos hemos visto perder muchas vidas al lado nuestro.
En el proceso de selección me imagino que se quedaron muchas canciones fuera, ¿cómo haces para decir solo estas quedan?
Es en ese proceso cuando me doy cuenta de que el disco es un disco, no es una simple colección de canciones porque si fuera solamente una colección de la época, una recopilación del momento, habrían entrado todas las canciones pandémicas oscuras. Hubiera entrado una canción que se llama Derrumbe que hice para una serie de Diego Luna, yo no quería derrumbar, quería construir en este disco a partir del amor.
Hace algunos años coincidiste con Rubén Blades en Lima para un concierto, ¿cómo lo convenciste para que colaborara contigo?
Pues fíjate que Lima está más presente de lo que yo pensaba, mi historia, mi amistad con el maestro Blades empezó en Lima es cierto. Es una persona absolutamente increíble, es uno de mis ídolos no solo de la canción, también por su posición ante la vida, la política, la ética profesional. Es un artista completo, sus canciones están escritas para el cuerpo, pero también sintiendo ese amor que tiene él por el ser humano y también al mismo tiempo apreciando la capacidad de análisis y razonamiento que tienen sus textos. Es un letrista y músico, cantante ejemplar, es quizás mi cantante favorito en español, él aceptó inmediatamente la propuesta para colaborar en ‘El plan maestro’ y lo grabamos a distancia.
Regresaste a los conciertos presenciales, ¿la sensación de la primera noche fue algo emocionante?
Lo que recuerdo es que me volvió la sangre al cuerpo literalmente y es que en el periodo de aislamiento me costaba muchísimo hacer el disco, me costaba componer porque necesitaba el contacto con la gente. Eso me faltaba, era como que no tenía sangre en las venas, y al regresar de golpe fue una sensación física como de plenitud, de que algo estaba corriendo de vuelta a mi cuerpo y a partir de ahí encontré el camino.
Para un artista no hay nada como el escenario...
La primera noche del regreso fue de una alegría absolutamente desbordante, el recuerdo que tengo más vivido es la primera prueba de sonido cuando subí al escenario, tomé el micrófono y dije: hola, hola. Cantar con el micrófono y sentir mi propia voz en un sistema de amplificación ocupando un lugar entero, fue como decir estoy nuevamente en casa. Inolvidable.
JORGE DREXLER
CANTAUTOR
Antes de dedicarse a la música estudió Medicina, se graduó y ejerció durante algunos años. Está casado con la actriz española Leonor Watling con la que tiene dos hijos. Tiene grabados 17 discos, el último es “Tinta y Tiempo”.