“Los precios están por encima del mercado, porque se trata de un público que lo percibe como un alimento nutritivo que beneficia la salud”
“Los precios están por encima del mercado, porque se trata de un público que lo percibe como un alimento nutritivo que beneficia la salud”

Uno de los signos distintivos del cacao peruano en el mercado internacional, además de su calidad y diversidad genética, es su condición de “orgánico”, tanto, que después de República Dominicana ocupa el segundo puesto en ese rubro. Pero sorpresivamente, en 2022 se ha sufrido un revés.

Al mirar las cifras de la Asociación de Exportadores, ADEX, la producción de cacao de 2021 respecto al 2022, muestra un incremento del 13%. Pero, si se afina la vista y se pone la lupa en la categoría “orgánico” hay un descenso del 15%. ¿A qué se debe esto? Se podría argumentar que no hay motivo de preocupación porque la producción subió y la venta internacional está en alza.

El cacao orgánico y de calidad cada vez es más preciado y mejor pagado, pero las condiciones de producción y trazabilidad son más exigentes, que pasan por certificados orgánicos que hay que renovar frecuentemente y que resultan costosos; análisis continuos del grano, el suelo y el agua. Un cuidado constante y a toda prueba desde el campo y compradores exigentes que no dejan pasar el más mínimo descuido. Sí, se gana más, pero se trabaja más. En un mundo, donde Perú no ocupa ni el 5% del mercado, una ventaja como esta asegura un nicho al que muchos países productores ni siquiera pueden aspirar. Dicho de otro modo, estamos jugando en contra de nuestra ventaja comparativa.

El cacao orgánico resulta atractivo. Los precios están por encima del mercado, porque se trata de un público que lo percibe como un alimento nutritivo que beneficia la salud, donde los productos elaborados con éste suelen tener mayor cantidad de materia prima.

Por ejemplo, una pieza de chocolate de chocolate al 80% tiene el doble de cacao que una de 40%, aunque el peso de la tableta sea el mismo.

La baja grosso modo Esta baja obedece a una combinación de hechos que dependen de los seres humanos y otros que no. Por ejemplo, las consecuencias de la pandemia y el cambio climático, en el caso del primero imposible de avistar, se escapan de nuestro control. Pero otros factores sí se podrían prever y controlar como la escasez de fertilizantes, el descuido de zonas productoras, la insuficiente investigación, la carencia de asistencia técnica, las condiciones socio-económicas de los productores, la edad de las plantas que envejecen y no se están renovando debidamente, y algo de lo que ya he escrito en esta columna, el control de plagas, que mellan significativamente los campos. Créanme, me quedo corta, esta lista sigue.

Ahora bien, cada zona productora enfrenta un problema distinto, algunos coinciden, pero otros no. No se puede ver al Perú como un solo terruño. Por ejemplo, la presencia de Cadmio es mucho más fuerte en el norte, la presencia de plagas como Mazorquero y Monilia en San Martín, por solo nombrar dos ejemplos. Urgen acciones gubernamentales y un plan conjunto de acción.

Me entristece pensar que un caso excepcional como el cacao peruano, con ventajas únicas se vea mal afectado por darle la espalda a una realidad que ya nos golpea con fuerza.

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