Chocolate, café, vino, quesos artesanales, pisco, son algunos productos de factura peruana cuya calidad en años recientes se destaca dentro y fuera de nuestras fronteras. Algunos con más tradición que otra, pero todos tienen elementos en común: materia prima de calidad, artesanos locales y tradición. Todos han experimentado modificaciones importantes desde hace algunos años para acá, al punto, que podrían cambiar radicalmente la percepción que tienen los consumidores sobre ellos.
Pero los cambios no son exclusivos del Perú. Revisando la historia de la gastronomía, las variantes en los gustos son parte de su día a día; que constantemente evoluciona, experimenta novedades, que nos guste o no, nos han alcanzado a todos. Por ejemplo, la invención del tenedor modificó los modales en la mesa, o cuando el chef francés Auguste Escoffier (1846-1935) dio orden y estructura a las técnicas culinarias que hasta hoy son materias en las escuelas. De allí en adelante es mucho lo que se puede contar, como la revolución que significó la nouvelle cuisine en los sesenta, luego la llamada “cocina molecular”. Le siguió el kilómetro cero, la vuelta a los orígenes, a lo que se suman la globalización y las redes sociales, entre muchos factores que constituye una receta numerosa en ingredientes, con diversidad de resultados.
EN RESPUESTA A LAS TENDENCIAS. Entonces, por qué negarle una oportunidad a lo nuevo con la excusa que siempre ha sido de un modo u otro. Escucho con frecuencia a emprendedores, baristas, sommeliers, representantes de bodega, chocolatiers, productores artesanales, entre otros, expresar lo cuesta arriba que resulta que los peruanos consuman muchos de sus productos.
En el caso del café, más del 54% es de origen importado. El chocolate no se queda atrás y los nuevos vinos secos peruanos tienen una barrera muy alta que los separa de los importados o de los clásicos locales de uva Borgoña. No se trata de excluir a unos por otros, pero sí darles una oportunidad, vencer resistencias y abrir espacio en nuestros gustos en la mesa diaria y festiva. Promocionarlos con orgullo, porque hay mucha gente empeñada en hacer grandes productos y lo están logrando. Pero es necesario el apoyo del consumidor.
En todos los casos, consideremos que mundialmente se han afinado los métodos de elaboración. La tecnología en el campo y en los talleres es responsable de cambios sustanciales, que nos permiten disfrutar aún más de sabores, aromas y retomar algunas prácticas olvidadas. El resultado son productos que hablan de su lugar de procedencia, con imaginación, técnica y creatividad. Ciertamente, se puede decir que antes tal o cual producto tenía otro sabor y textura, pero en líneas generales, cuando de alimentación se trata, todo ha cambiado.
La valentía e iniciativa de productores y del emprendedores necesitan, en contraparte, la confianza y soporte del consumidor. Este texto es una invitación a abrir el espectro y a probar productos de factura peruana que enaltecen su origen, cuya tipicidad y calidad habla del alma de Perú, su acervo natural y de su gente.