“Este año  se presenta oportunamente para afrontar ambas injusticias. La falta de reconocimiento cultural y Patrimonio del Callao”
“Este año se presenta oportunamente para afrontar ambas injusticias. La falta de reconocimiento cultural y Patrimonio del Callao”

La mañana del 1 de enero recibí la noticia de que “Nestor mi Guerrero” la pequeña embarcación de Josué Abad- presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales de Cantolao-  había sido arrebatada por el oleaje anómalo. No tengo de qué quejarme, así es la naturaleza, me dijo cuando lo llamé. ¿En realidad no tiene a quién quejarse? O es que en esta respuesta resignada se revela su terrible convicción de que los pescadores artesanales no tienen derecho a tener derechos.

Los pescadores artesanales del Callao, específicamente de Cantolao y de Chucuito son los mas longevos del Perú. Sus prácticas, con pequeñas embarcaciones y equipamiento de pesca son de bajo impacto al ecosistema. Estas prácticas -saberes- están grabados en su ADN desde antes de los Piti Piti, pescadores artesanales que encontraron los españoles ubicados en el actual barrio de Chucuito, quienes registraron la nueva información que luego se enriquecería con la llegada de los italianos.

Los ancestros de Josué dieron el salto del anzuelo a la red gracias al aporte de los italianos que llegaron hacia 1900. La red “lampara” del Mediterráneo, el “boliche”, la “pejerreyera”, el “tramayo”, la “cavincera”, la “lisera” y el “chinchorro”, redes que se maniobraban desde la orilla, tienen origen en los pescadores italianos que llegaron al Callao. Y no sólo ello. Las embarcaciones “Zapato” adecuadas al tipo de especies a atrapar y el carácter el mar de Chucuito y La Punta, fueron confeccionadas por carpinteros de ribera italianos.

Desde el Patronato por la Cocina del Callao y la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) del Callao estamos convencidos que existe un vínculo entre la falta de reconocimiento cultural hacia los pescadores artesanales y su muy mala participación en la redistribución de la riqueza que genera el mar chalaco: ingresos por la actividad portuaria, extracción pesquera y actividades turísticas marinas.

Este año, sin embargo, se presenta oportunamente para afrontar ambas injusticias. La falta de reconocimiento cultural, por un lado, se combatirá con la publicación del expediente en que reconocerán las prácticas artesanales de la pesca como Patrimonio del Callao que publicará la DDC; y con la labor de quienes desde el Patronato por la Cocina seguiremos difundiendo la importancia del reconocimiento UNESCO a las prácticas alrededor del ceviche peruano, sobre todo gracias al aporte de las familias de pescadores en la técnica transversal de la conservación del pescado son sal.

Y la mejor redistribución en la riqueza generada por el mar chalaco, se trabajará desde la participación de los pescadores de Chucuito y La Punta en la normativa de la Ley de las 5 millas marítimas peruanas, donde buscaremos se incluyan sus saberes, equipamiento y aparejos dentro de los modelos artesanales de pesca y que signifique en ellos por fin una protección a sus zonas intangibles, seguros y planes de retiro.

Por otro lado, cristalizar el proyecto de recuperación de especies emblemáticas como los choros y sardina peruana. En diciembre pasado, en el marco del evento Sarañani, recibimos a Roberto Haudry, Claudia Ranaboldo y Marco Dadamo, quienes que nos expusieron el caso de los pescadores de Taranto y su recuperación en condiciones muy similares.

El reconocimiento cultural y oportunidades para diversificar sus ingresos, incluso con el pesca de turismo, en el marco de una nueva ley; y un reconocimiento UNESCO y uno nacional; nos presentan un año retador y prometedor para cambiar gradualmente y recuperarles el derecho a tener derechos. Quizá “Nestor mi Guerrero” es esa botella echada al mar, para que se escuchen por fin las demandas históricas de los pescadores del Callao.