El nido-cuna María Parado de Bellido del penal de Chorrillos parece una escuela normal. Sus salones tienen cunas, peluches y una maestra con mandil azul. Pero afuera hay un cerco eléctrico y 40 niños que cada tarde regresan a las celdas de sus madres y logran que lo improbable sea posible, el despertar del amor materno.
“Ellas hacen lo que antes no hacían; estar todo el día junto a sus hijos”, dijo la directora Yolanda Ramírez.
Jocelyn (23) tiene un año y 10 meses en el penal y está procesada por tráfico ilícito de drogas. No sabe cuál será su sentencia, pero ya sueña con el futuro de su hija Taysa y hace un mea culpa de su pasado.
“Fue un error . Ni siquiera (la droga) fue por dinero. Quería viajar“, dijo.
Llevaba en su cuerpo 35 cápsulas de droga y un bebé en el vientre cuando fue detenida, pero no lo sabía.
“Después de botar las pepas, me hacen otra ecografía y ahí sale mi hija de un mes y medio. Estaba escondidita, no se movía. Se había protegido”, comentó.
La llamó Taysa, que significa “guerrera“, y Victoria por su madre, pues es la única que la visita, a pesar de haber tenido tantos amigos.
Las 24 horas son para Taysa. El cordón umbilical aún no se rompe. “Ella me da fuerzas para vivir y cambiar”, dijo.