Investigaciones recientes destacan que las metodologías de aprendizaje activo mejoran hasta en un 30 % la memoria y comprensión frente a métodos tradicionales como la relectura o el copiado.
Investigaciones recientes destacan que las metodologías de aprendizaje activo mejoran hasta en un 30 % la memoria y comprensión frente a métodos tradicionales como la relectura o el copiado.

En un contexto donde el tiempo es uno de los recursos más escasos, aprender más en menos tiempo se ha convertido en una necesidad. De acuerdo con estudios citados por The Times of India (2025), las metodologías basadas en el aprendizaje activo mejoran entre 20 % y 30 % los resultados en pruebas de memoria y comprensión, en comparación con los métodos pasivos, como la simple relectura de apuntes.

Estas nuevas estrategias —entre ellas, la práctica intercalada, el microlearning y las pausas activas— permiten consolidar el conocimiento de forma más profunda y sostenible, ofreciendo una alternativa eficaz frente a los sistemas educativos tradicionales.

“Las nuevas técnicas de aprendizaje que involucran activamente a los estudiantes superan de forma consistente a los enfoques basados en copiar y releer. Ayudan a detectar vacíos conceptuales, fortalecer la comprensión y desarrollar pensamiento crítico. No se trata de estudiar más, sino de estudiar mejor”, explica Felipe Berckemeyer, director de la Carrera de Educación y Gestión del Aprendizaje de la UPC.

Cinco técnicas para optimizar el aprendizaje

Berckemeyer comparte cinco recomendaciones prácticas para mejorar la retención y comprensión del conocimiento:

  1. Spaced repetition: consiste en repasar los contenidos en intervalos crecientes para reforzar la memoria a largo plazo. Puede aplicarse con tarjetas físicas o aplicaciones como Anki y Quizlet.
  2. Active recall: recuperar información sin apoyos, mediante autoevaluaciones o explicaciones en voz alta. Esta técnica fortalece las conexiones neuronales y evita la falsa sensación de “haber aprendido”.
  3. Práctica intercalada y microlearning: alternar distintos tipos de ejercicios favorece la transferencia del conocimiento, mientras que dividir los temas en segmentos cortos reduce la sobrecarga cognitiva.
  4. Método Pomodoro con micro descansos: trabajar en bloques de 20 a 30 minutos, con pausas de 3 a 5 minutos, mejora la atención y el bienestar general.
  5. Personalización y seguimiento: adaptar los métodos a cada estilo de aprendizaje (mapas mentales, dramatización, lectura en voz alta) y medir el progreso semanal aumenta la motivación y eficacia.

“Hoy el desafío no es estudiar más horas, sino estudiar mejor. Pasar de métodos pasivos a estrategias activas permite desarrollar pensamiento crítico, autorregulación y atención sostenida, competencias esenciales para el siglo XXI”, concluye Berckemeyer.