El segundo lago más grande de Bolivia, el Poopó, está en un proceso de desertización en la zona andina del país debido al cambio climático, los fenómenos de El Niño y la Niña y la contaminación minera, afirmaron hoy investigadores y campesinos.
El ingeniero agrónomo Milton Pérez, de la Universidad Técnica de Oruro (UTO), y el dirigente campesino Valerio Rojas, afirmaron que durante una inspección realizada el viernes al lugar se ha comprobado que el Poopó hoy "es un lago sin vida".
El Poopó está situado en el departamento andino de Oruro y se considera como el segundo más grande de Bolivia, después del Titicaca, que está compartido con el Perú.
"El monitoreo aplicado al Poopó ha establecido que hoy está casi seco", dijo Pérez, que ha investigado el comportamiento del lago.
Según Pérez, se trata de un ecosistema muy frágil, que tiene una profundidad muy baja, de 1,5 a 4 metros, y que ha sufrido la reducción de sus aguas debido a varios fenómenos climáticos.
Entre las causas están el aumento de la temperatura por el cambio climático y de la frecuencia de los fenómenos de El Niño y La Niña, que en el altiplano se sienten cada dos o tres años, a diferencia de antes cuando era cada siete o diez.
El Poopó tenía seis o siete años de una dinámica de equilibrio, "pero ahora no se le da al lago, de manera natural, el tiempo suficiente para restablecerse como el ecosistema que era", agregó.
El diario orureño La Patria informó de que tras un sobrevuelo del lugar se comprobó que "se convirtió en una inmensa zona desértica, donde no existe indicios de agua, solo arcilla resquebrajada".
Según el matutino, el espejo de agua del lago llegó a tener una superficie de más de 4.600 kilómetros cuadrados, pero actualmente hay muy poca agua ocupando el lugar
El Titicaca, situado a 3.800 metros de altitud y que pertenece a Bolivia y Perú, tiene una superficie de 8.000 kilómetros cuadrados.
El dirigente campesino de esa zona Valerio Rojas destacó, que desde hace un año se veía la reducción de las aguas hasta que el Poopó se convirtió hoy "en un lago sin vida".
Rojas es la autoridad indígena del Untavi, del municipio de Toledo, donde vive la población afectada por esa situación.
Dijo que históricamente el lago ha sufrido en diferentes épocas reducciones drásticas de las aguas, pero también su recuperación.
No obstante, ahora los campesinos creen que las aguas no serán recuperadas por el aumento de las temperaturas en el altiplano.
"Tenemos un lago que ha desaparecido, ahora es una pampa, es un desierto donde no se puede sembrar nada, ni producir, ni hay nada, mucho menos vida", sostuvo al lamentar las pérdidas para centenares de campesinos y pescadores que abandonan el lugar.