Entre los astrónomos, solía hablarse del “demonio de Marte”. Por décadas , el planeta rojo fue un sueño, muchas veces esquivo, para la comunidad científica. Desde la década de 1960, hubo al menos 50 misiones de distinto orden a Marte. Casi la mitad de ellas fracasaron. A mediados de los 70, las dos potencias espaciales, EE.UU. y la URSS, parecieron tirar la toalla. En la segunda mitad de los 90, el sueño de Marte tomó un nuevo impulso que se ha visto coronado con la llegada del ‘rover’ (vehículo de exploración espacial) Perseverance, de la NASA, a la superficie marciana el pasado jueves.
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Con esta misión, EE.UU. se coloca a la cabeza de la nueva carrera espacial por nuestro vecino planetario, una competencia en la que tiene como principal rival a China. El gigante asiático puso en marcha el proyecto Tianwen-1, que entró en órbita marciana el 10 de febrero y espera hacer descender su propio rover al planeta en mayo. No obstante, estos no son los únicos actores. Emiratos Árabes Unidos puso en órbita de Marte una sonda este año, mientras India, Rusia y la Unión Europea también tienen aparatos orbitando el astro.
Sin embargo, la del Perserverance es la misión más ambiciosa hasta la fecha y también la más cara: ha costado alrededor de 2700 millones de dólares. Por ese precio, se ha conseguido colocar en suelo de Marte, tras siete meses de viaje desde la Tierra, al más grande y sofisticado rover enviado hasta la fecha. Su objetivo concreto es encontrar indicios de vida extraterrestre, un tema que obsesiona a la humanidad incluso más que la propia conquista del planeta rojo.
El Perseverance explora un sitio en concreto. Se trata del cráter Jezero, que albergaba un lago de unos 50 km de ancho hace más de 3500 millones de años. La premisa es básica: donde hubo agua, debió haber vida. “Creemos que los mejores sitios para buscar marcadores de vida en Jezero serán el fondo del lago o las orillas, donde podría haber minerales carbonatados, que suelen conservar muy bien ciertos fósiles. Debemos recordar que buscamos microbios primitivos en un mundo alienígena”, explicó Ken Williford, uno de los científicos de la misión.
“Si encontramos vida, sería un hallazgo excepcional. Si no lo hacemos, […], eso sugeriría que no todos los ambientes habitables están habitados”, advirtió por su parte Ken Farley, otro miembro del proyecto. Las esperanzas están centradas en Marte dada su proximidad a la Tierra, y además porque se ha comprobado que aún quedan cuerpos de agua en ese planeta. Sin embargo, no es el único candidato a albergar o haber albergado vida dentro del Sistema Solar.
Dos satélites de Júpiter también se muestran atractivos. Uno es Europa, luna que tiene una costra de hielo, bajo la cual podría existir un mar que albergue vida extraterrestre. El otro es Ganímedes, que poseería el océano más grande de nuestro sistema. Por otro lado, satélites de Saturno como Encélado y Titán generan asimismo expectativas. En el primero, la sonda Cassini de la NASA detectó la presencia de un mar y probablemente actividad hidrotermal. En sus géiseres, se expulsaría hidrógeno, lo que posibilitaría la vida microbiana. Sobre el segundo, se piensa que habría líquido bajo una capa de hielo. Para 2027 está previsto que la NASA envíe la sonda Dragonfly a explorar Titán.
Colonización
Todas las muestras que recolecte el Perseverance deberán ser traídas de vuelta a la Tierra para ser examinadas. Para ello, se enviará a seres humanos a recogerlas. “De aquí a la mitad o el final de los años 2030, empezaremos quizá a utilizar los medios que nos permiten ir a la Luna para enviar a astronautas a Marte”, declaró el jueves Steve Jurczyk, administrador interino de la NASA.
Eso quiere decir que el hombre podría poner sus pies en el planeta rojo para la próxima década. Entre tanto, el Perseverance debe ir allanando el terreno. El rover ha sido equipado con un instrumento llamado MOXIE, del tamaño de una batería de auto. Este aparato intentará producir oxigeno succionando dióxido de carbono de la atmósfera marciana, un trabajo similar al que realizan las plantas en la Tierra. Este oxígeno podría ser utilizado para respirar por los humanos que vayan a Marte en el futuro, pero también como combustible para los próximos habitantes del planeta.
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