Conocer nuestra historia, representa la voluntad de todo un pueblo para saber el génesis de nuestra identidad, nuestra herencia, comprender de dónde venimos para finalmente intentar construir una patria segura y llena de oportunidades basada en hombres y mujeres dignos, íntegros y solidarios.
En abril de 1880, el coronel Francisco Bolognesi fue nombrado comandante general de la Plaza de Arica, a cuya fortificación se dedicó con ahínco. Sin embargo, rápidamente comprendió que la falta de recursos era más alarmante que el enemigo mismo.
El 5 de junio de 1880 un emisario chileno, nervioso, atravesó la densa neblina de la madrugada. Lo recibió el coronel, sereno, y escuchó el ofrecimiento de rendición, pero Bolognesi pronunció la frase que lo convirtió en héroe, ya que su heroísmo no está en la muerte, sino en aquella respuesta que la historia del Perú y el mundo entero han inmortalizado: “Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré quemando el último cartucho”.
“Provocación o reto a la muerte. Soberbia frase de varón, que con digno juramente de soldado, no concibe la vida sin el honor, ni el corazón sin el altruismo”, sentencia Roque Sáenz Peña.
Y así fue que el coronel Bolognesi, honrando su amor a la patria y en un acto sublime de peruanidad, decide luchar antes de entregar la bandera peruana y nunca rendirse ante el enemigo invasor. Así dejó en la mente y corazón de todos los peruanos, palabras tan ilustres que significan el compromiso de honor, permitiendo entender que al Perú se le defiende aún a costa de nuestras propias vidas.
El “Titán del morro” murió alcanzado por una bala enemiga, pero la misma luz que apagó su vida, representa esa luz que enciende día y noche el corazón de todos los peruanos, con actitud positiva para afrontar esta emergencia sanitaria, sin doblegarnos ante la adversidad; y así como en 1880 nuestro coronel Bolognesi lo dijo en el morro, nosotros con voz vibrante diremos: “Ni hoy ni nunca habrá rendición, y seguiremos luchando hasta quemar el último cartucho”.