El nuevo ministro de Educación dijo que las movilizaciones eran organizadas por unos cuantos revoltosos del Movadef, y ante el apanado, desapareció.
La nueva ministra de Justicia intentó amordazar al Tribunal Constitucional sacando al procurador que sigue la demanda competencial, y cuando la ampayaron, retrocedió.
Varios políticos aplaudieron a rabiar la vacancia y la toma del poder del señor Merino, y ante la evidente metida de pata, han empezado a saltar del barco.
Hasta la cuestionada comisión del Congreso para elegir a los miembros del Tribunal Constitucional se ha terminado desintegrando.
La presión sirve, manifestarse sirve, que quede claro. Pero esto aún no ha terminado.
Todavía tenemos un presidente de facto que dice que lo apoyan millones y que marchamos porque hay desempleo.
Todavía tenemos un primer ministro que dice que no entiende por qué la gente está molesta, y que aplaude los excesos policiales contra los peruanos.
Todavía tenemos congresistas acechando la reforma educativa, la lucha anticorrupción y el presupuesto nacional. Las marchas no van a parar, hasta que este episodio de terror se termine y el gobierno de facto se dé cuenta que no tiene ni tendrá legitimidad. Salidas hay varias y ya se están conversando en distintos espacios. Solo falta que abran los ojos.