Érase una revolución, bautizada como “Ilustración escocesa”. Entre sus pensadores destacaron Francis Hutcheson, David Hume, Thomas Reid, Lord Kames, Adam Ferguson, John Playfair, Joseph Black, James Watt, Lord Monboddo, y Adam Smith. Ellos, convirtieron a Escocia en faro para el barco de una humanidad sin timonel.

En el Perú y el mundo es junio del 2023, olas de radicales desde las izquierdas a su opuesto, se esmeran en construir mil confusiones. Parece que nos cuesta reunirnos para discutir la vida y obra de Adam Smith. Él nació en el pueblo de Kirkcaldy el 5 de junio de 1723, es decir estamos en el tricentenario de quien, en 1776, entregó un libro dedicado a desentrañar la naturaleza de las causas de la riqueza de las naciones, texto fundamental para entender y promover el desarrollo de los seres humanos de entonces a hoy. Dado el eje de esta columna escribiremos en torno a lo que Smith llamó los dos primeros deberes. “El primer deber”, la obligación de proteger a la sociedad de la violencia. El Estado puede suministrar una defensa pública aceptable, afirmó, a través de elegir entre un servicio militar obligatorio, o promoviendo que un cierto número de ciudadanos se profesionalicen. Dicha fuerza militar requiere de apoyarse en el estudio de la evolución de la guerra, entrenarse constantemente, estar bien reglamentada, íntimamente conectada con el apoyo a la Constitución y a la autoridad civil. En suma una fuerza armada con esas características es favorable a la libertad.

“El segundo deber” es proteger, en cuanto sea posible, a cada miembro de la sociedad contra la injusticia y la opresión de otro integrante de la misma. Los medios son el gobierno civil, las instituciones y el cuerpo de magistrados. Ambos deberes requieren del financiamiento y la participación que el pueblo hace a través del Estado.


TAGS RELACIONADOS