El presidente del Congreso, Alejandro Soto Reyes, cumple hoy 240 días (ocho meses) en que no ha respondido una sola pregunta de la prensa. La última vez que lo hizo fue en una conferencia, el 18 de agosto del 2023, donde aseguró que no renunciaría a la Mesa Directiva.
Posteriormente, en una entrevista a un medio cusqueño, que más bien fue un monólogo, culpó a la “prensa limeña” de atacarlo por ser provinciano -la misma estrategia de victimización esgrimida por el golpista Pedro Castillo y que ahora intenta una Dina Boluarte superada por la crisis que ella misma generó al aceptar el “préstamo” de los Rolex de su “wayki”, Wilfredo Oscorima- y desde ahí, silencio.
El problema es que Soto Reyes no declara, pero quiere seguir siendo noticia. Por eso se dejó fotografiar, campante, firmando la autógrafa que autoriza el séptimo retiro de las AFP e hizo una proclama en redes sociales al respecto.
Lo patético es que Soto hace aspavientos de algo que la ley le exige dada su condición de presidente del Congreso: firmar autógrafas.
¿Por qué no se grabó firmando la ley promulgada por insistencia que permite la vuelta a la docencia de maestros que no rindieron el examen o la norma que permite a los mineros ilegales seguir depredando y que no puedan ser fiscalizados?