Cuando un transgresor chofer peruano maneja en Chile, EE.UU. o Europa Central, automáticamente se vuelve respetuoso de las leyes. El conductor es el mismo, pero su adaptación hacia las interacciones sociales y las formas de vida de cada país lo vuelve diferente. Lo mismo ocurre con las actitudes profesionales de un jinete, futbolista, arquitecto, contador, chef, médico cuando emigra. Tiene que adecuarse a las realidades sociales, legales y climas culturales de cada país. En algunos casos, con ventajas. En otros, con desventajas. Sin embargo, ese esfuerzo de adaptación amplía horizontes, genera experiencias personales y profesionales que no tendría en el Perú, y le proporciona ese roce internacional que a menudo reclaman los deportistas para su superación personal.

Por eso, posgraduarse en el Perú resulta limitante, así sea en universidades que replican currículos y traen profesores invitados de buenas universidades, ya que esa experiencia jamás será equivalente a la de viajar y formarse en esas buenas universidades en el extranjero. Son otros campus, bibliotecas, compañeros de estudios, experiencias sociales y culturales, noticias de los medios que se discuten en clase, temas políticos y económicos que retan su formación y valores, otras magnitudes de negocios y otra cultura de innovación, desarrollo científico, producción de patentes y publicaciones, oportunidades de prácticas y empleos.

Aplicar a becas o ahorrar para posgraduarse en el exterior debería ser parte del plan de carrera de todo aquel que quiere ser competitivo con sus pares mundiales.