“El fútbol es un deporte muy difícil, que tene al gol como lo máximo. Cuando la pelota no entra es muy difícil que se quiera al entrenador”, decía el extécnico de la selección española, José Antonio Camacho. Esta frase calza bien para explicar lo que le ocurre a Juan Reynoso, uno de los personajes más rechazados del país porque la selección peruana no anotó en sus primeros cuatro partidos de las eliminatorias.

Mientras esto sucede en el fútbol, en la vida cotidiana, cuando no entra el dinero a los bolsillos, a quien no quieren es al presidente o presidenta de la República.

Por estos días, el Gobierno se sinceró y ha revelado que estamos en recesión económica. Algunas regiones están peor que otras. Hay cinco (Lima, Junín, Huancavelica, Ayacucho y Tana) que tienen contracción por tres trimetres consecutivos, segun la calificadora de riesgos Moddys.

La escasa claridad del Gobierno para explicar el significado de esta coyuntura tan adversa agrava la situación. Genera desconcierto e incertidumbre. Una mala señal para los inversores. Ya lo decía Genaro Delgado Parker: “Los empresarios no somos valientes, todo lo contrario, somos cobardes. Un empresario cuida mucho lo que tiene y ante cualquier peligro huye”.

Es evidente que vivimos tiempos desafiantes, marcados por una economía en recesión, un aumento del desempleo y de los precos de la canasta familiar. En este contexto es necesaria una rápida reacción del Estado.

Es imperativo que el Gobierno y también el Congreso tomen medidas concretas para restablecer la confianza de los inversionistas, combatir la corrupción y fomentar un ambiente propicio para la inversión privada. Solo así podremos reactivar nuestra economía y generar empleo.

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