Tiene razón el titular del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, al afirmar que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; su homólogo colombiano, Gustavo Petro; y el presidiario peruano Pedro Castillo son caimanes de un mismo pozo. Los une la ideología caduca y nefasta de izquierda, y el desprecio total por la democracia y la institucionalidad. El primero se ha adueñado de la Alianza del Pacífico, el segundo –un exguerrillero– desconoce lo que es la separación de poderes y el tercero es un vil e indefendible golpista.

Pero en las últimas horas el triste mexicano, que para el bien de la región ya se va, ha ido más allá. Ha hecho un gran ridículo internacional al desconocer la, guste o no, legitimidad constitucional de Dina Boluarte como presidenta del Perú, y ha salido a exigir no solo la libertad de Castillo, lo cual de por sí es un absurdo jurídico, sino también su retorno a Palacio de Gobierno como jefe de Estado a pesar de que el mundo entero lo vio dando un golpe de Estado y tratando de adueñarse del Congreso y del sistema de justicia en su totalidad.

Del colombiano Petro tampoco se puede esperar mucho. Un sujeto que agarró ilegalmente las armas para tratar de imponer sus “ideas” a través de las balas y dejando muertos regados en el camino, tiene que ser un elemento nocivo no solo para su maravillo país, sino para todo el continente. Este personaje le ha declarado la guerra al Perú simplemente porque no perdona que la democracia y la institucionalidad hayan actuado ante la vocación dictatorial de su protegido Castillo, quien he terminado preso.

Ahora estos gobernantes se han unido para complotar contra el Perú. En lugar de ponerse del lado de la democracia y la legalidad, para desde allí ayudar a salir de la crisis a un país hermano, se la están jugando por el autor de un golpe de Estado. El caso del mexicano es más patético, pues estuvo dispuesto a dar asilo al golpista y, además, abiertamente se niega a entregar la presidencia de la Alianza del Pacífico al Perú, que es lo que le corresponde. Es el nuevo dueño de este foro principalmente económico, simplemente porque la da la gana.

Es una pena que las magníficas relaciones diplomáticas que por décadas hemos tenido con México y Colombia, se hayan visto entorpecidas por las oscuras manos de López, Petro y Castillo, contaminadas de izquierda y chavismo. Sin embargo, la hermandad entre nuestros pueblos, especialmente el colombiano, con el que hemos luchado contra lacras en común, está muy encima de estos caimanes de un mismo pozo que en unos años ni siquiera serán recordados. Ellos son simplemente un bache, nada más.

Es el nuevo dueño de este foro principalmente económico, simplemente porque la da la gana.