En la última semana, la cifra de muertos en el centro del país debido a accidentes de tránsito en pésimas carreteras ha alcanzado un nivel cuantioso y absurdo. En la Vía Los Libertadores, por segunda vez en este año, un bus terminó en el abismo, dejando un saldo trágico de casi 30 personas fallecidas. Mientras tanto, en Huancavelica, el despiste de una camioneta provocó la muerte de cuatro personas y dejó ocho heridos. Más recientemente, hace apenas dos días, un ómnibus de la empresa “La Merced” se volcó en Tarma, causando la muerte de nueve integrantes de la orquesta “Antología del Folklore”.

Para algunos, el exceso de velocidad o el cansancio de los conductores son las causas directas de estos accidentes. Sin embargo, no podemos ignorar la responsabilidad que recae sobre las autoridades nacionales y regionales, quienes han abandonado las carreteras del Perú profundo. En muchos casos, las deplorables condiciones de las vías hacen que las rutas sean prácticamente intransitables. La falta de asfalto y los numerosos huecos son moneda corriente en los trayectos.

La vida de nuestros compatriotas no puede seguir siendo sacrificada en accidentes que, en muchos casos, son evitables. La mejora de la infraestructura vial debe ser una prioridad nacional. Es momento de que las autoridades asuman su responsabilidad y actúen con la celeridad y el compromiso que esta situación demanda.

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