China enfrenta un desafío considerable que se le viene a la agenda fiscal, social y de salud a todos los países desarrollados del mundo con madres que tienen una natalidad menor de 2.1 hijos por mujer. Se trata de la creciente población de ancianos que sufren de demencia senil y Alzheimer. Este problema es producto de varios factores, incluyendo el aumento en la expectativa de vida y las tasas decrecientes de natalidad, lo que resulta en una proporción mayor de personas mayores en la población.

Actualmente, cerca del 20% de su población tiene más de 60 años, y se espera que para 2030, el 30% supere los 65 años. Este envejecimiento acelerado es resultado de décadas bajo la política del hijo único y una tasa de natalidad que ha caído por debajo del nivel de reemplazo de 2.1 hijos por mujer.

Los servicios sociales existentes son insuficientes para atender la creciente necesidad, y se estima que el 6% de las personas mayores de 60 años sufren algún tipo de demencia, lo que equivale a aproximadamente 15 millones de personas, siendo el Alzheimer el más común. La migración de los jóvenes a las ciudades agrava la situación, dejando a muchos ancianos en áreas rurales con poco apoyo.

El gobierno chino ha implementado políticas para mejorar los servicios de cuidado y salud para los ancianos e invertir en investigación y desarrollo de tratamientos para estas enfermedades. Sin embargo, el reto sigue siendo complejo y requiere de soluciones adaptativas y continuas que aborden tanto las necesidades médicas como sociales de esta población vulnerable.


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