Dependerá de cómo las bancadas de oposición del Congreso afronten la presentación del gabinete de Guido Bellido para saber cuál será el futuro del país. Aunque hubiese sido más saludable no llegar a ese extremo, como se supone que sería, con un Ejecutivo más claro, sin provocaciones.
La repartición de las comisiones de trabajo del Legislativo es una señal del estado de confrontación, a modo de reacción. A Perú Libre, el partido del presidente Pedro Castillo, le tocó un ripio, sin control sobre sectores tan importantes como Constitución, Fiscalización, Presupuesto y, por supuesto, Educación.
Sin embargo, la propia impertinencia de la bancada de Perú Libre, más que una jugada magistral de los opositores, originó que pierdan el control del Congreso. No dialogan y menos acuerdan con quienes piensan diferente. Hasta en algo se parecen a Renovación Popular, su espejo de la derecha extrema.
Bellido no ha lanzado ni media rama de olivo. El gabinete es un constante incendio, donde creen que cada flama se apaga echando a sus malos funcionarios y protegiendo a sus ministros. Al león quieren llenarlo con cuyes. Lo peor es que están dejando que ese fuego se expanda hacia las calles.
Perú Libre no se acerca al centro por creer que pierde sus votos, cuando lo real es que quienes decidieron por Castillo en segunda vuelta ni comulgan con la izquierda. Se han quedado atrapados en las ideas de campaña, en la dictadura cubana, sin considerar que el país espera propuestas frescas para el bienestar de las mayorías.
Queda poco tiempo para la presentación de Bellido y sus ministros en el Congreso; pero, sería bueno que en la casa del lápiz entiendan que el sacrificio de un alfil no te hace perder la partida del juego sino darle otro giro a la estrategia. ¿Quién da el primer paso de sana convivencia, el Ejecutivo o el Legislativo?