Actividades como la aviación requieren la exactitud de la información que proveen los sistemas de comunicación o de navegación satelitales, pues los errores causarían pérdidas económicas y hasta humanas. Pero las fallas en estos sistemas se deben en varios casos a los fenómenos en el Sol, el medio interplanetario y las capas altas de la atmósfera (ionósfera y magnetósfera) que afectan las señales de nuestras tecnologías. Esta variabilidad se denomina clima espacial, cuyo estudio y pronóstico es cada vez más relevante.  Diversos países están incluyendo la temática del clima espacial en sus políticas nacionales de gestión de riesgo de desastres (GRD). El 2019, por ejemplo, el Congreso de los EE.UU. desarrolló un plan nacional estratégico y de acción sobre el clima espacial (1), que promueve la investigación, desarrollo e innovación referente a los efectos del clima espacial sobre su territorio. Países latinoamericanos como México, Brasil y Argentina han incluido esta temática en sus políticas de GRD. Particularmente, Brasil tiene un sistema nacional de monitoreo de clima espacial denominado EMBRACE (2), cuya información es utilizada en la aviación.    En nuestro país, el Instituto Geofísico del Perú, con la instrumentación de su Radio Observatorio de Jicamarca, genera información y estudios científicos sobre los fenómenos que ocurren en la ionósfera y el espacio que rodea la Tierra en la región ecuatorial. Sin embargo, se requiere incorporar estos temas en las políticas nacionales de gestión de riesgos. Fenómenos extremos de clima espacial pueden dañar los satélites dejando inoperativos nuestros sistemas de comunicación, causando caos y grandes pérdidas económicas. Como país, debemos prepararnos para un escenario catastrófico de este tipo. Nuestras políticas nacionales deben alinearse a los esfuerzos internacionales y debemos promover el desarrollo científico y tecnológico para mitigar y combatir los efectos adversos del clima espacial en el Perú.

TAGS RELACIONADOS