Hasta hace una década, los organismos internacionales veían a Chile como el referente latinoamericano a seguir por parte del resto del continente, por la aplicación de reformas liberales en la educación y por sus resultados en PISA, encabezando a los países latinoamericanos participantes.
Sin embargo, en los últimos años la educación chilena ha perdido prestigio y en cambio se empieza a hacer más notoria la educación colombiana, que es más flexible, innovadora, participativa y estable. Cuenta además con un gremio magisterial con visión moderna en su acción política y pedagógica.
Colombia, por su Ley General de Educación de 1994 (Art. 72, Ley 115), cuenta cada diez años con un Plan Nacional de Desarrollo Educativo, preparado en coordinación con las entidades territoriales que formulan las acciones correspondientes para dar cumplimiento a los mandatos constitucionales y legales sobre la prestación del servicio educativo. En este momento están embarcados en el plan 2016-2026.
Si bien ha aumentado la cobertura, sigue teniendo problemas de financiamiento de la canasta educativa (infraestructura, transporte, alimentación) y de las áreas de música, ciencia y deporte. Tienen la misma enfermedad que todo el continente de argumentar ilusamente que la educación pública mejora (además, más que la privada) porque crecen en algo los resultados de las pruebas entrenables “Saber” de matemáticas y lectura (las ECE de ellos).
Sin embargo, tanto en la educación superior como en la básica exhiben instituciones innovadoras, universidades mejor rankeadas y un creciente reconocimiento internacional.