Daniel Eskibel, experto en psicología política, en un artículo titulado “Cómo despertar una emoción en los votantes”, relata que Ekman, estudioso de las emociones desde los años 50 del siglo pasado, consultó a 248 científicos. Así  descubrió un amplio consenso en cuanto a la existencia de cinco emociones universales que son: alegría, tristeza, miedo, enojo y asco.

En política se obtienen victorias apelando a las emociones. Quien interpreta el sentir emotivo del elector y posiciona su mensaje en ese nivel, es  muy posible que obtenga la victoria. Un ejemplo de lo dicho es el resultado de las últimas  elecciones presidenciales en nuestro país. El mensaje de “los sin voz” y “los discriminados” representado por Castillo, derrotó al de quienes defendían el sistema y sus probadas ventajas.

Aun cuando los peruanos hemos sido testigos del éxodo del pueblo venezolano, del hambre y las condiciones inhumanas en la que viven miles de migrantes venezolanos, quienes huyen de un régimen político antidemocrático y colectivista-estatista, apoyaron dicha propuesta representada por Perú Libre de Castillo y los sectores denominados de izquierda en nuestro país

Instalados en el poder siguieron en campaña apelando al “asco”  (según Eskibel, sensación de que algo es dañino, tóxico para la salud o para la colectividad) por el modelo constitucional, atribuyendo a éste ser la “fuente de  discriminación”, “desigualdad” (ricos contra pobres), “racismo” (blancos contra  cholos). Ello explica que algunos sectores pidan la libertad de Castillo y que algunas encuestadoras informen que un 51%  de los peruanos cree que el Congreso hizo un golpe de Estado contra el profesor.

Países vecinos tomados por la “izquierda”  enfilan su puntería ideologizada contra nuestro país. Al gobierno no le va a alcanzar con restablecer el orden, debe generar inversión para garantizar crecimiento económico y reducir la pobreza, más aún con el incremento de precios de productos de primera necesidad.

Urge hacer política. Debemos ganar la guerra de las emociones negativas impregnada en sectores de compatriotas que viven en necesidad y devolverles la alegría. Caso contrario, habremos entregado la Constitución en bandeja de plata al colectivismo internacional.

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