El fin de semana último, el llamado Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) acordó lo que se esperaba: lanzar como su candidato a la presidencia para los comicios del 28 de julio de este año al delincuente internacional Nicolás Maduro, quien competirá solo en este remedo de proceso electoral que ningún país democrático del mundo debería reconocer.

Con esta farsa, el chavismo pretende quedarse en el poder por lo menos hasta el año 2031. Para hacer esto posible, recordemos, han dejado fuera de competencia a María Corina Machado, la candidata única de la oposición que sí cuenta con posibilidades de sacar de juego a la banda criminal que fundó Hugo Chávez y que hoy encabeza Maduro.

Si alguien creía que Maduro y compañía iban a entrar limpiamente al juego de la democracia, se equivocó de plano. Este sujeto y sus cómplices no quieren dejar por nada el poder que tiene el chavismo desde 1999, cuando Chávez ganó las elecciones para luego aferrarse al poder a través del cambio de la Constitución y el copamiento de los poderes públicos e instituciones del Estado.

El Perú debería rechazar toda esta farsa, pues va a generar una vez más un gobierno ilegítimo, y nuestro país no puede ensuciarse manteniendo nexos diplomáticos como sucede hoy por iniciativa del golpista Pedro Castillo. Lo mínimo debería ser traer de regreso al embajador, pues con tiranías criminales ni a la esquina.