El hecho que el congresista fujimorista Napoleón Vigo haya salido del anonimato para pedir que él y sus colegas sean vacunados junto con los héroes que están en primera línea de lucha contra el COVID-19, bien podría ser tomado como un hecho anecdótico propio de un Poder Legislativo plagado de personajes que creen que el coronavirus se esparce desde avionetas y que con la inmunización están tratando de alterar el ADN de los peruanos o de sembrarnos un chip.

Sin embargo, lo dicho por Vigo es solo una muestra de una conducta reiterativa de parte de nuestros congresistas, que consiste en mostrar que no saben ni dónde están parados y que viven en otra dimensión desde el mismo día en que fueron elegidos sin saber cómo. Y esto no solo es culpa de estos personajes, sino también de las agrupaciones que los reclutaron, en este caso Fuerza Popular, y de los votantes que no tendrían ni por qué quejarse de los representantes que tienen.

En los últimos 10 meses de vigencia de este Congreso que lleva la firma de paternidad del vacado pero vacunado Martín Vizcarra, hemos tenido que ver de todo, situaciones para reír y llorar. Sin embargo, que un congresista como Vigo crea que deba ser vacunado en la primera tanda junto con médicos, enfermeras y policías, muchos de los cuales han perdido la vida sirviendo a los demás, ya son ligas mayores dentro de la pachotada y la falta de sentido de la realidad.

Precisamente ayer hemos conocido que el Tribunal Constitucional tendrá que definir la validez o no de otro de los mamarrachos salidos de este Congreso: la ley que autoriza la circulación de los nefastos taxis colectivos. Esto, sin duda, será declarado inconstitucional como ha sucedido con la norma que pretendía dar luz verde al retiro de fondos de pensiones de la ONP, la que suspendía el cobro de peajes y la que buscaba los ascensos automáticos de médicos en el sector salud.

A este Congreso aún le queda medio año de vigencia, así que todavía tienen tiempo para más iniciativas absurdas, en momentos en que la gente se está muriendo por esta pandemia. Si el orden de prioridades para ser vacunado va a estar en función a lo que cada quien ha hecho por los demás en medio de esta crisis, los legisladores tendrían que ir al final de la cola, pues en la mayoría de casos más han sido un lastre que una ayuda en momentos históricamente duros.