El dictador venezolano Nicolás Maduro y su banda criminal enquistada en todos los poderes públicos saben que a estas alturas pueden hacer lo que les dé la gana y que nada les pasará, pues tanto en su frente interno como en el externo podrá haber mucha movilización, queja, ruido, condena y pronunciamiento, pero al final la tiranía se mantendrá en el poder con el mayor descaro, tal como está a punto de suceder tras la farsa de elecciones generales previstas para este 28 de julio.

Si han sido capaces de anular la postulación de María Corina Machada, la candidata unitaria de la oposición que tenía grandes posibilidades de tumbarse a la dictadura impresentable que gobierna desde 1999, pueden hacer lo que quieran con total impunidad. Ha habido reclamos desde dentro y fuera de ese sufrido país, pero todo eso al chavismo le entró por un oído y le salió por el otro. Hoy la prepotencia y el abuso en los comicios, están normalizados.

Y si no lo creen, vean cómo ha sido elaborada la cédula de sufragio para los comicios de julio. La cara del dictador reeleccionista aparece 13 veces en la ficha, mientras que la del aspirante opositor, Edmundo González Urrutia, que viene con el aval de la señora Machado, se ve apenas tres. ¿Alguien duda de que el sistema electoral venezolano también ha sido contaminado por el chavismo que está dispuesto a todo para asegurarse un “triunfo” a fin de quedarse en el poder al menos hasta el 2031?

Aparte que aman el poder, la plata ganada de forma indebida y tienen un deseo enfermo por mantener un sistema político, económico y social fracasado que llevado a la miseria a millones de venezolanos, los chavistas saben que no pueden ser derrotados en las urnas porque de ocurrir eso, en pocas horas tendrían que fugar como los delincuentes que son para no acabar presos por todo lo que han hecho. Ganar el remedo de comicios que están organizando es también una forma de garantizar su libertad.

Harán lo que sea por quedarse, mientras desde afuera el mundo entero, indignado, no podrá pasar de condenas que a nada llevan. Veamos pues, lo difícil que es salir de una tiranía. No basta con que se declarado paria o apestado para que un régimen se caiga. Es lo que podría sucederle a cualquier país si comete el error de llevar al poder a un impresentable que con el cuento de la “lucha los pobres”, la “igualdad” y la “justicia social”, se quede eternamente, previo cambio de Constitución.

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