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El balance de mis privilegiadas salidas al exterior en los últimos doce meses: Miami, Bogotá, Dahla (Marruecos), Panamá, y Medellín -e incluso la experiencia en las recientes gestiones para mi pendiente viaje a China- me permiten confirmar la eficacia en el sistema del control migratorio de nuestro país. Gracias a la denominada Tarjeta Andina de Migración o TAM Virtual -que contiene toda nuestra información personal-, atrás quedó el alboroto del tedioso formulario que debíamos llenar los viajeros; así nos liberamos de la tramitología de nuestra estática burocracia, a estas alturas del partido vista como de los tiempos de las cavernas. Añada que ahora a solo 30 segundos se reduce el tiempo del control en las puertas electrónicas del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, donde debemos pasar por un sistema de control con tecnología de punta casi radiográfico, imposible de sortear. Con estas nuevas medidas, los prófugos de la justicia que quieran huir del país o quienes por alguna razón tengan impedimento de salida del territorio nacional tendrán que pensar dos veces en su osadía de intentar burlar dicho control; porque advertidas las autoridades -que cuentan con un aparejo interconectado con la Policía Nacional y la Interpol- en un santiamén los detendrán. Suma el novísimo Sistema de Información Avanzada de Pasajeros - APIS que permite conocer acerca de los viajeros con destino al Perú aunque no hayan llegado aún al país. Ad portas de viajar para Asia con escala en Europa, obtuve una cita por vía telefónica y en menos una hora tenía en mis manos el pasaporte biométrico -en Venezuela, obtenerla tarda de entre 8 y 10 meses-, sin tener que desplazarme hasta la sede central de la Superintendencia Nacional de Migraciones en el centro de Lima. La idea del control migratorio que surgió con la Paz de Westfalia de 1648 -que puso fin a la Guerra de los Treinta Años en Europa- es indispensable para contar con fronteras seguras y es esencial en la política de fronteras vivas, histórico talón de Aquiles del Perú. Los nuevos 5 puestos de control fronterizos instalados en lugares donde la presencia del Estado era nula remedian tremenda bicentenaria desidia nacional.