Suelo, por mi trabajo (tengo un emprendimiento con unos camioncitos, repartiendo mercadería en los mercados), tener un permanente contacto con emprendedores, con esa maravillosa gente que no conoce horario. Converso con una señora mayor con toda la apariencia de una respetable abuela; ella resume toda su preocupación por la dramática situación del país con una expresión que no es la primera que escucho: ¡qué estaremos pagando, señor!
Sonrío y le respondo: “admitir eso, casera, es admitir que las personas trabajadoras y honradas como nosotros hemos hecho algo malo y ocurre más bien todo lo contrario; nos vemos todos los días deslomándonos para darle de comer y educar a nuestros hijos, y desde luego progresar y esto sin pedirle ni esperar nada del Estado”.
La señora ataca de nuevo: “¿y entonces, por qué vivimos en medio de toda esta angustia, caballero? Ya aquí han llegado los extorsionadores, nos ‘ofrecen’ seguridad.”
Le digo que la culpa la tenemos los que votamos con los pies y que después rogamos al mal gobernante, con las dos manos, para que se porte bien y eso nunca sucede ¿es que no aprenderemos? El Estado somos todos, los gobiernos salen de nuestros votos, nadie es dueño del Perú, el Perú somos todos. Y si en todos estos años hemos permitido que las mafias nos gobiernen es culpa nuestra, eso debe acabar.
Hay cientos de formas de protestar civilizadamente, seamos imaginativos, hagámosle saber a este gobierno que no está de adorno, que la señora Boluarte es solo mamá de sus hijos y que no le vamos a permitir que sea nuestra madrastra. Lo que necesitamos es que gobierne, no que nos quiera confundir con sus hijos.