No cabe duda que cuando el líder comunista norcoreano Kim Jong-un declara lo hace queriendo amenazar a la humanidad sobre la inminencia de atacar o invadir Corea del Sur o, como recientemente ha expresado, en el sentido de activar en cualquier momento una bomba de hidrógeno, una de las más mortíferas que jamás hubiéramos querido que la inteligencia humana tuviera la capacidad para elaborarla. En la historia de su diseño trabajaron incansablemente dos físicos: Edward Teller de origen húngaro-estadounidense y el matemático polaco-estadounidense Stanisław Ulam, quienes recién en 1951 la terminaron de desarrollar. No voy a referirme al cálculo del tamaño de su impacto desde la física nuclear porque ni lo entiendo, pero sí que su detonación sería el final de todo. Es toda una incógnita que la denominada bomba H o bomba termonuclear fuera desarrollada por países con capacidad tecnológica como la de Corea del Norte. Anunciar que la poseen sí que llama la atención. Puede obedecer a la estrategia del miedo que le ha dado resultados eficaces al régimen totalitario de Pyongyang. Nostradamus, aquel famoso vidente de siglos anteriores que anunció muchos sucesos desastrosos en el futuro para el mundo, dejó entrever que la propia humanidad se iba a autodestruir por esas ambiciones de poder de las potencias, de allí que la teoría de la involución humana no es descabellada pues el propio hombre construye su propio destino. Es verdad que la mayoría de los habitantes del mundo queremos la paz, pero también que estamos plagados de sicópatas y desquiciados que con solo apretar un botón podrían cambiar la historia de la civilización. Recemos.