En un futuro no muy lejano, marzo del 2024 pasará a ser analizado como uno de los meses donde más se ha puesto a prueba nuestra estabilidad como país.
Por citar algunos ejemplos, en marzo un todopoderoso premier se vio obligado a renunciar a la jefatura del gabinete por un escándalo de tintes sexuales y la presidenta se encuentra en medio de una investigación fiscal porque no tiene cómo sustentar los costosos relojes que ahora usa.
En el ámbito parlamentario nos quedaríamos sin espacios para enumerar las acciones cuestionables del Congreso. Quitó armas al gobierno para enfrentar a la minería ilegal, fue leve con una congresista que fue grabada exigiendo la entrega de su sueldo y solo logró suspenderla, y promulgó la ley que debilita al sistema de colaboración eficaz.
El Ministerio Público salió de su letargo y, solo esta semana, inició una serie de denuncias constitucionales contra diversos personajes, mientras quel Poder Judicial le enmendó la plana al Congreso y ordenó que se reponga a los dos magistrados de la Junta Nacional de Justicia, Aldo Vásquez e Inés Tello, que fueron inhabilitados por el Parlamento.
Así las cosas, solo queda preguntarnos cuál será la chispa que iniciará el incendio pues estamos en una calma chicha y todos sabemos lo que ocurre después de esto.