En nuestra sociedad, donde un punto rojo en la pared resalta más que otros 99 blancos, se tiende a enfocarse en lo negativo, ignorando la mayoría de aspectos positivos. Esta tendencia, aplicada a la educación, resulta en una crítica generalizada hacia los docentes que, lejos de ser constructiva, desmotiva y margina a los buenos profesionales del sector.
Como educadores y padres, debemos ser conscientes de cómo nuestras palabras y acciones impactan a los maestros. Las críticas, especialmente en las redes sociales, pueden crear un ambiente hostil hacia ellos, generalizando percepciones negativas y haciéndolos sentir subvalorados y acosados, a menudo injustamente. Esta situación puede llevar a excelentes maestros a abandonar su vocación, privando a nuestros hijos de su valiosa enseñanza.
Por tanto, es crucial “cuidar a nuestros maestros”, y no me refiero a gestos materiales, sino a un aprecio cotidiano y una valoración genuina. Si hay problemas con un maestro en particular, estos deben abordarse de manera individual y profesional, sin exponerlos injustamente a críticas públicas.
Esta crisis en la docencia es un fenómeno global, como demuestran los estudios hechos en diversos países del mundo y el Instituto Tecnológico de Monterrey. En EE.UU., (50%, Reino Unido (40%), Australia (50%) de los recién graduados abandonan en los primeros cinco años; en Chile, Venezuela, México y España, las cifras son igualmente alarmantes, por malas condiciones laborales, estrés y agotamiento emocional.
Por lo tanto, es esencial que tratemos a los maestros con respeto, valorando su dedicación.