A ver. Para estar a tono con estos días de Copa América, alucinemos por un momento que Ollanta es Ricardo Gareca. ¿Qué debió hacer Humala ni bien fue “contratado” por el pueblo para dirigir las riendas del país y llevarlo a un estado superior de vida? Lo mismo que el DT argentino al ponerse el buzo de la selección nacional: plantar una buena defensa, armar una línea media de marca y creación y conseguir un ataque de guerreros de la política que le metan goles al narcotráfico, la corrupción, la delincuencia común y el crimen organizado.

Pero no. El comandante, inexperto en la conducción de equipos, apeló a quienes tenía a la mano y el resultado -a un año de acabar el partido gubernamental- es desalentador, por decir lo menos. ¿Cómo va a poner de guardavallas a Nadine? Si bien, inicialmente, la doña mostró algunos reflejos que arrancaron aplausos entre el respetable, debió advertir que dejaba un flanco libre para los bombazos contrarios con temas como Martín Belaunde Lossio y los aportes fantasmas al Partido Nacionalista. Gareca, en cambio, fue a lo seguro con un portero impecable como Gallese, que cubre a la perfección sus espacios y proyecta tranquilidad.

La defensa de Humala nunca tomó cuerpo. Por ahí transitaron jugadores fintosos como Abugattás, Chehade, Otárola, Gutiérrez, Gamarra, Gastañadui, Jiménez, Cornejo, etc., pero jamás lograron hacer bloque para sostener a un gobierno que necesitaba reivindicar la promocionada inclusión y tantos otros rótulos desgastados en el vaivén del régimen. El Apra, con dos gatos en el hemiciclo, suele descargar más bulla y tejer mejores argumentos de contraataque que la desbaratada bancada de Gana Perú. Y sin retaguardia no hay paraíso, todo se viene abajo. ¿Por qué clasificó Perú a los cuartos de final del certamen que se juega en Chile? Entre otras cosas porque el entrenador argentino, con dos dedos de frente, avizoró que Ascues tenía que estar al lado de Zambrano y que Vargas pone cascarones por la izquierda como Advíncula derroche por la derecha. Listo, cerrado.

Tan importante como la defensa es la contención y la estrategia para vulnerar las vicisitudes de enfrente. Solo un ejemplo para ilustrar la poca sapiencia del mandatario en estos afanes: ¿qué hacen ahora los ex primeros ministros Óscar Valdés y César Villanueva? Son enemigos del sistema, ni más ni menos. Todos los sabemos buenos tipos y colindantes con la honestidad, pero no los dejaron tocar pelota y terminaron abandonando la cancha con la rabia entre los dientes. Gareca, zorro viejo, recorrido, chapó al “ratón” Sánchez y lo juntó con Cueva para que apuntalen a Lobatón y Ballón. Las cosas en su sitio y el respeto a las cualidades de quienes convocamos siempre será una fórmula ganadora.

Y ni hablar de los hombres de adelante. Que se sepa, salvo el ministro de Educación, Jaime Saavedra, los demás señores del fajín, los de ahora y los de antes, han deambulado dentro del Gobierno sin mayor trascendencia y desperdiciando goles pese a la mediana bonanza económica que todavía vive el país. Un puntero mentiroso fue Daniel Urresti: tuvo a tiro de arco a Belaunde Lossio, pero pateó a las nubes y finalmente el exasesor de Humala apreció en La Paz. Entonces las tribunas se alborotaron y hoy la aprobación de jefe del Estado y su esposa anda en 17 y 15%, respectivamente. ¿Qué hizo Gareca a vanguardia? Apelar a la experiencia, mentalizar a sus pupilos de que sí se puede, pedirles que se saquen la mela por el Perú y ahí estamos, buscando acomodarnos entre los mejores del continente. Como debe ser. Como el pueblo lo demanda.