Las Universidades son el termómetro de la salud de las naciones. Los países que luchan por el desarrollo, que apuestan por las nuevas generaciones, que tienen una clara conciencia de su vocación en el orden mundial privilegian y trabajan con mucho esfuerzo una verdadera estrategia universitaria. Así, la calidad de las universidades se convierte en algo esencial para toda república que pretenda transformarse en una potencia regional. Si las universidades caen, el país se derrumba.

La universidad es la casa del diálogo, el hogar de la paz, el templo del entendimiento, la fortaleza de la peruanidad. En la universidad los peruanos tenemos que unirnos, encontrar puntos en común, buscar juntos la verdad, la belleza, la justicia. Fundadas para asegurar la convivencia social y la formación de las elites, las universidades son un motor de unidad, la fragua donde se forja todo aquello que es el Perú. Por eso, se comete un crimen de lesa humanidad cuando se busca transformar la universidad en un campo de batalla, en un lugar de separación, en un bastión de la violencia. Si hay algo contrario a la ciencia, si existe algo que se opone totalmente al conocimiento, eso es la violencia, la falsa partera de la historia, el sendero tenebroso del sectarismo y la división.

Basta de utilizar a las universidades para fines subalternos y políticos. No conviertan los claustros universitarios en un túmulo de problemas. La universidad es la solución, siempre forma parte de la solución, nunca genera fracturas radicales. ¿No hemos aprendido de las lecciones de nuestra historia? De los claustros deben nacer las soluciones, el orden y el progreso; nunca, jamás, el golpe artero con la quijada de Caín.

TAGS RELACIONADOS