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Cierto es que la economía peruana está blindada en cuanto a crisis financieras o cambiarias, pero en Lima se respira una euforia que choca tanto con la penuria de la economía mundial, que sin duda afectará a la economía, como con dos claros frentes de vulnerabilidad interna: el regreso del terrorismo y la hostilidad de los gobiernos regionales díscolos hacia la inversión privada. La postergación del proyecto Conga y la reciente voladura de tres helicópteros que faenaban en el gasoducto del Cusco, de cuyo suministro de gas depende el 40% de la generación de electricidad del país, son toques de atención sobre la fragilidad del sistema productivo.

Ante este panorama, es sorprendente constatar que las expectativas de los agentes económico en cuanto a crecimiento del PBI (última encuesta del BCR) se mantienen en 6% para 2013 y 2014, sin revisión a la baja. Es más, los analistas más connotados ponen un piso en 5%. Ello a pesar de que los ingresos tributarios ya empiezan a acusar la ralentización de la actividad económica y que las exportaciones se encuentran en caída. Este año las exportaciones serían menores a las de 2011 en 2 o 3 mil millones de dólares y, en vista de la difícil situación internacional, es previsible que sigan en descenso en 2013. De hecho, estamos entrando en una fase de relativo estancamiento del comercio internacional en relación a la producción mundial, algo que es una anomalía histórica desde la segunda postguerra y que solo se ha presentado en periodos de recesión global.

El crecimiento actual de la economía peruana descansa ahora exclusivamente en el dinamismo de la demanda interna, con la construcción y el crédito hipotecario y al consumo como principales protagonistas. Ahí encaja bien la ascendente cifra de las importaciones y el emergente desequilibrio de la cuenta corriente con el exterior, que no es otra cosa más que un exceso de crecimiento de la demanda interna sobre el PBI.

Me queda claro que las cifras del PBI mensual pronto registrarán tasas de crecimiento interanuales menores al 5 % y en descenso. Y si hace unas semanas creía que la economía peruana podía crecer al 4% en 2013, ahora pienso que el crecimiento puede caer hasta el 3% - con suerte 3.5%. Por lo que no está de más hacer sonar todas las alarmas para que se agilice la ejecución cabal de la inversión pública y se faciliten las asociaciones público-privadas para proyectos de infraestructura. Y aun así, me quedo en 3.5%.

Y ante esta perspectiva, no me cuadran las "cuentas alegres" sobre el sector bienes raíces. Es cierto que el Perú tiene recorrido en el sector vivienda popular para varias décadas, pero los precios del suelo urbano y la vivienda han crecido en los últimos años a tasas insostenibles y las valoraciones y los supuestos en que estas se asientan son , a mi juicio, irreales.

Tomemos el PER de la vivienda para alquiler. Dicho coeficiente mide la relación (o cociente) entre el precio de la vivienda y la renta bruta anual. De tal manera que si el PER es 12, nos dice que con la renta que recibiremos en 12 años recuperaremos el precio que pagamos al comprar la vivienda. Hace unas semanas mi colega Gianfranco Castagnola en una columna en Perú.21 hablaba de un PER de 25 como umbral de la sobrevaluación. Citaba dicho nivel porque es el que plantea el BCR en su portal de internet utilizando, a su vez, el Global Property Guide como fuente.

Tengo dos observaciones al respecto. La primera es que en los últimos cien años el PER promedio del índice de bolsa S&P500 ha sido 16 .Y eso que el S&P 500 es uno de los activos más diversificados y líquidos en que uno puede pensar ; frente a un departamento en una ciudad -cualquier ciudad- que es un activo no diversificado e ilíquido. Su PER por tanto debe de estar sujeto a un descuento conmensurable. Siendo así, no creo que sea juicioso plantearse un PER mayor a 12 para la propiedad en Perú. En San Isidro el PER promedio ya anda cerca de 20. La segunda observación es que si se produce la desaceleración del PBI que anticipo, es probable es bajen las rentas.

En mi opinión hay por delante al menos un par de años en que caerán los precios de los bienes raíces. Burbuja o no burbuja es un debate estéril; el tema es si los precios actuales se asientan o no en fundamentos económicos sólidos. Mi experiencia es que cuanto más "negadores de la burbuja" salen a escena, menos sostenibles son los precios.

Acusarán también caída no pocos negocios predicados en el crédito al consumo como los restaurantes, franquicias, centros de ocio, venta de automóviles, tiendas de electrodomésticos, centros comerciales, etc. Algunas financieras en el negocio de las compras a plazos y tarjetas de crédito no van hacia sus mejores días; nada tan serio como en 1998, pero con apuros.

El Perú aguantará mucho mejor que muchos otros países el nuevo coletazo de la crisis que se viene, pero la euforia actual es a mi juicio injustificada.

*Economista y asesor financiero. Fue alto funcionario del Banco Europeo, Banco Mundial y BID y negociador con el Perú del Banco Mundial (1987-93).