Padres y profesores preguntan: ¿por qué alumnos capaces e inteligentes no estudian o desaprueban los cursos? Parecen asumir que lo natural es que todo joven inteligente que no tiene dificultades de aprendizaje debería aprender lo que le exigen los profesores. No parecen entender que los alumnos aprenden solo si es que quieren y deciden aprender, lo que únicamente se materializa en contextos en los que los alumnos se sienten bien, se sienten escuchados y, además, le encuentran sentido a los asuntos que se espera que aprendan.

Hay alumnos que no aprenden en defensa propia, pues es su única manera de ejercer rebeldía o resistencia pasiva ante imposiciones de los padres o profesores que consideran carentes de sentido. Por ejemplo, hay alumnos que se aburren en clase, tienen mal vínculo con el profesor, se sienten agredidos o resienten un sistema disciplinario autoritario y represivo o un currículo desintegrado y absurdo, así como demandas de tareas tontas y exámenes memoristas o mecánicos que son poco desafiantes para el intelecto. Algunos, un poco menos radicales, se limitan a estudiar o copiar de otros lo necesario para aprobar los cursos, calculando el esfuerzo mínimo necesario, evitando así las consecuencias negativas de un desaprobado.

Todo esto se clarificaría y eventualmente se desactivaría si los alumnos tuvieran espacios para criticar a la escuela sin ser castigados por ello. Lo que tienen que entender los profesores es que si no ponen la motivación del alumno en el centro de la buena docencia, ellos seguirán resistiéndose a estudiar “en defensa propia”.