Perú ha entrado en el disloque total. Duele decirlo, pero no se puede tapar al Covid-19 con un dedo. Unos doran la píldora, otros entremezclan la verdad con la mentira sobre la pandemia, y lo que tenemos es un país con una población demasiado insubordinada y un sistema sanitario con respirador artificial.

La promesa presidencial de que ya venía el oxígeno parece que se evaporó. ¿Onstá? Como consecuencia, sigue el avivato a vista y paciencia de todos. El “Ángel del oxígeno” hace rato que se ganó la gloria, sin embargo, no puede cubrir tanta demanda, y los cuervos aprovechan el pánico para pedir hasta 6 mil soles por el tanque verde.

Mientras tanto, la selva se ahoga en escenas dramáticas. Cada día tenemos mayor protagonismo en el top ten de países con más contagios en el mundo. Y, rumbo a los 300 mil enfermos, literalmente, volvemos a la normalidad este lunes con la reapertura de diversas actividades productivas, además de mercados, centros comerciales y conglomerados populares.

¿Qué saldo tendremos luego de este movimiento de gente desbocada por bajarse las tiendas? El epidemiólogo César Munayco ya advirtió que las semanas siguientes a la reactivación económica serán críticas, lo que finalmente nos permitirá saber cuánto falta para llegar a la inmunidad de rebaño. Tanto se alegaba que daba lo mismo morir de hambre o por el virus, bueno pues, cada uno labrará su suerte respetando o pisoteando los protocolos respectivos.

Y estos grados de abulia también los vemos en las municipalidades que se embolsillaron la plata para los víveres. Y en el Congreso que, en estricto cumplimiento del postulado “otorongo no come otorongo”, iba a depositar un bono a los disueltos legisladores por un monto general de 600 mil soles, que bien podría servir para adquirir mascarillas y oxígeno. #PrimeroMiSalud