Las iniciativas normativas son para mejorar nuestra democracia no para demolerla poniéndola como plato servido para los anarquistas. Son para darle un mayor soporte jurídico a la nueva realidad que va apareciendo, pero sin forzarla ni desnaturalizarla, de tal manera que sirvan al interés general que es el de todos los peruanos. Aquello que se haga, entonces, con el exclusivo deseo de satisfacer objetivos políticos específicos siempre ajenos a las reglas establecidas en la sociedad y consagradas en la Constitución Política, nos seguirá deteriorando como Estado y como sociedad y lo peor es que nuestros políticos parecen no darse cuenta o quizás no les importa. En efecto, el pretendido adelanto de elecciones, la derogación del requisito de pasar por la aprobación del Congreso de la República la confianza que debe conseguir un nuevo gabinete ministerial, para evitar el cierre del Parlamento Nacional, el aumento del número de votos para lograr la vacancia por incapacidad moral del jefe de Estado o la pretensión de reglamentar los requisitos para efectivizarla, la remisión al Congreso de un proyecto de ley de reforma constitucional para permitir un referéndum que decida si va o no la convocatoria a una asamblea constituyente, el candado constitucional para que nada se haga si acaso no pasa antes por el propio poder legislativo o la insólita iniciativa para recolectar firmas para impedir que prospere la pretendida asamblea constituyente en la idea de evitar la redacción de una nueva constitución política, o los requisitos que han sido establecidos para ser ministro de Estado o viceministro, en la errada idea de que buscarán que sean designadas las personas más idóneas, lo único que están consiguiendo y con creces, es el desgaste notorio y riesgoso de nuestra democracia. Las normas así creadas o por crear se convertirán en un candado que, una vez perdida la llave, estarán produciendo un verdadero callejón sin salida para nuestro sistema político aún en construcción. Por eso, además, es muy riesgoso que sigan diciendo “Nos vamos todos” porque en el mismo tono de estas febriles iniciativas, alguien podría presentar otra por la que todos los que ahora dicen que se van pues realmente se vayan, sin poder postular a ningún cargo en los próximos 4 años. ¡Cuidado!
¡Deshaciendo nuestra democracia! por Miguel Ángel Rodríguez Mackay (OPINIÓN)
Columna de opinión | Internacionalista