Al cerrar el telón del año 2023, las principales encuestadoras del país han arrojado resultados contundentes: Dina Boluarte, presidenta de la República del Perú, se ha consolidado como el personaje más cuestionado y negativo del año. Los números no mienten, con el 49% según Ipsos Perú y el 38% según Datum Internacional, la mandataria enfrenta cifras desfavorables que reflejan la insatisfacción generalizada de la población.
El descontento no surge de la nada; la creciente delincuencia, el aumento de los precios de alimentos y otros productos, la recesión económica y la crisis política son los pilares sobre los cuales se erige la desaprobación hacia Boluarte. Los peruanos, en gran número, perciben que su gobierno ha sido ineficiente e incapaz de abordar los problemas de fondo que aquejan al país.
La falta de acción, la evidente incapacidad de enderezar el rumbo y la ausencia de autocrítica por parte de la presidenta han minado la confianza en su liderazgo. La ciudadanía se encuentra desesperanzada, buscando respuestas y soluciones a una situación grave que parece no tener fin. La desconexión de Boluarte con la realidad agrava aún más la percepción negativa, haciendo que la corrección del rumbo se vuelva una tarea titánica.
La imperante necesidad de un cambio de dirección se evidencia, pero la falta de iniciativas claras y la persistente negación de la realidad por parte de la presidenta hacen que el horizonte para el Perú se vea cada vez más sombrío.