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Los discursos de los ministros de Educación cuando iniciaban su gestión (anunciando la continuidad con lo que hacía el antecesor) y el de los ex luego de salir (lamentando la discontinuidad o la disminución de atención a ciertos temas centrales) son recurrentes y predecibles. Ha ocurrido con Idel Vexler, Marilú Martens, Jaime Saavedra, Patricia Salas, José Antonio Chang (y/o sus viceministros), etc.

Podemos anticipar lo que dirá también el ministro del 2021, porque no se avizoran disrupciones importantes (cosa que no ocurre en el Perú desde hace unos 50 años). De allí la predicción que las diferencias entre unos y otros serán solo cosméticas.

El ministro que se despedirá en el 2021 dirá que se mejoraron los aprendizajes en comprensión lectora y matemática en A% e B%, especialmente en zonas rurales; se dotó de internet a C cientos de colegios; se fortaleció la carrera pública magisterial nombrando D miles de profesores mejorando sus remuneraciones en E%; se elevó el gasto por alumno en F%; se modificó el currículo para impulsar la igualdad de género y luchar contra el bullying; se cerró la brecha de infraestructura con H miles de colegios renovados (poco ante los inalcanzables 100,000 millones de soles).

¿Algo nuevo? Más de lo mismo, porque la visión que domina al Minedu es la del libreto heredado de la época de Odría (1950), pensando que su labor es agregar alguito a lo que viene de atrás, en vez de mirar el futuro, y reformar el diseño y quehacer ministerial desde allí; todo ello para así dar el gran salto educativo sin complejos frente a la OECD y hacer viable a nuestro país.