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Ayer sábado se cumplieron dos años de publicada en El Peruano la ley de cannabis medicinal. Esta es una de las leyes de la que más orgulloso me siento del Congreso pasado, pues permitió que la empatía y la evidencia vencieran a los miedos y prejuicios existentes en torno al tema. Ese día, el Estado se volvió un poco más humano. Lamentablemente, la implementación de la ley ha sido un proceso tortuoso que todavía no termina. Pese a haber pasado ya dos años, la indolencia de algunos funcionarios en ministerios claves evita poder operativizar este importante logro legislativo.

La elaboración del reglamento por parte del Gobierno tomó mucho más tiempo del debido -15 meses en vez de dos- y su publicación no implicó echar a andar esta nueva industria, pues faltaban otras normas ministeriales. Aunque parezca increíble, hasta este momento los ministerios de Salud, Agricultura e Interior no cumplen con aprobar las regulaciones que permitirán el otorgamiento de licencias para el cultivo, producción y comercialización del cannabis medicinal.

Mientras tanto, los pacientes siguen esperando. ¿Cómo se sentiría usted al ver a un familiar sufriendo, saber que el cannabis medicinal ayudaría a disminuir ese sufrimiento, y no poder acceder legalmente a ello por culpa de la burocracia? Por no mencionar todas aquellas investigaciones científicas que podrían estar desarrollándose en nuestras universidades para seguir descubriendo las bondades del uso medicinal de esta planta.

Esperemos que el nuevo ministro o ministra de Salud entienda la importancia de este tema y asuma el liderazgo urgente que se requiere. Que la indolencia no le gane a la empatía.