Un confinamiento social de 2 a 4 de la mañana es simbólico, pero también peligroso, más aun si tanto se habló de la tercera ola del COVID-19, lo que al parecer ha quedado en un segundo plano frente a la campaña navideña y las fiestas de fin de año. El gobierno prioriza la reactivación económica sin tomar las precauciones de la crisis sanitaria.
Por ejemplo, esos mercaderes de la muerte ofrecerán más fiestas informales ante la ineficiencia de los gobiernos municipales, la policía y las fiscalías de prevención del delito. Si los promotores de eventos ilegales lo hicieron antes con restricciones más severas, ¿se imaginan lo que harán con más tiempo sin confinamiento social?
Uno de los argumentos del gobierno para reducir las restricciones es que habrá más atención al público por la extensión del horario, de tal manera que los trabajadores de tiendas, restaurantes, cines, etc., puedan volver a sus casas. Pero, ¿hay suficientes controladores para hacer cumplir los aforos en dichos negocios?
Frente a este futuro, el Ministerio de Salud debe garantizar que nuestro sistema esté listo para cualquier eventualidad, con más camas UCI, plantas de oxígeno y centros de post atención física y psicológica. Cabe preguntarnos: ¿en realidad tenemos mejores centros hospitalarios?, ¿contamos con el personal médico completo?
Es cierto que necesitamos una verdadera reactivación económica para cerrar las cifras en azul, pero hasta ahora no hay un planteamiento concreto sobre estrategias más pensadas, que solo abrir las puertas de los negocios y desaparecer el confinamiento social. Después de esto ya no habrá excusa para echarle la culpa a la epidemia por la crisis económica que padecemos.