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En vez de las insulsas, tediosas y enciclopédicas clases tradicionales de educación cívica, útiles solo para aprobar los exámenes escolares memorísticos de corto plazo, ¿no sería mejor aprovechar las mil oportunidades para la educación ciudadana que ofrece el escenario político constitucional que nos regalan el presidente Vizcarra, los congresistas y los constitucionalistas? Tienen el agregado además de que ocurren en tiempo real y tienen resultado impredecible. ¿No es algo que puede ser fascinante para los alumnos y maestros?

Tienen allí controversias legales y constitucionales, interpretaciones de las opciones en juego, análisis de procesos políticos, cómo funciona una democracia, ideologías políticas, poderes y equilibrio de poderes, indagaciones de antecedentes, juego de estrategias, anécdotas (de los impresentables, de los lúcidos y de las expresiones de discriminación y violencia), gestos, impacto de lo político en lo económico y el ánimo social, estadísticas, encuestas, corrupción, marketing político (uso de los Panamericanos y desfiles como distractores y como soporte de la popularidad gubernamental), literatura, historia, filosofía, psicología... ¿No es una excelente oportunidad para trabajarlo como proyecto colaborativo interdisciplinario, de esos que deberían atravesar el día a día escolar para que el paso de los alumnos por las aulas sea relevante para su educación ciudadana?

En vez de tratar asuntos marginales, la nueva Comisión de Educación debería ser instancia de apoyo al Minedu para juntos impulsar la innovación educativa que requiere la educación peruana.

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