Entre los congresistas Gladys Echaíz y Héctor Acuña, era previsible que el jefe de Alianza para el Progreso (APP), César Acuña, iba a preferir postular a otra persona a la Mesa Directiva del Congreso, alguien subordinada a tiempo completo para poder alinearla a los intereses partidarios, sin ningún ápice de rebeldía.
Hubiera sido una torpeza de parte de APP el postular a quien fuera fiscal de la nación. Era una moneda al aire. Era entregarle el control de la agenda a alguien que se acomoda más a las decisiones de Fuerza Popular (FP) que a la propia bancada que la llevó al puesto. Algo similar le pasó a Roberto Chiabra, relegado entre el ostracismo y la comodidad de la intrascendencia.
Héctor Acuña es el hermano que toma sus propias decisiones. Su postulación como presidente del Legislativo no estaba en ningún cálculo interno, pero a último momento recibió un respaldo insípido que no le causó gracia al dueño del partido, quien tiene otros planes: colocar a alguien más obediente.
¿Pierde APP la posibilidad de tomar el control del Congreso? Sin duda ha quedado debilitado ante la opinión pública como un partido desordenado, sin liderazgo. No obstante, todo dependerá del acuerdo con Acción Popular y de cómo negocie ahora con FP, que por ahora no desea asumir un rol más protagónico.
Dada las circunstancias sobre el futuro del Ejecutivo, desde APP han manifestado que sobrepondrán los intereses del país al partidario, un mensaje responsable, pero aún con las sombras del pasado. Dependerá de Acuña que el cabildeo con otras fuerzas políticas de la oposición para conseguir los votos no incluya la inestabilidad nacional.