Hace algunos días, algunos vecinos del Callao ante el anuncio del estreno de la serie “Llauca”, utilizaron las redes sociales para mostrar su mortificación porque en el logo de la historia que sale en la promoción se incluye una pistola. Los indignados chalacos exigieron a los productores: “que se aclare el sentido de su obra, y de ser el caso, librarla de toda índole estigmatizadora o, nos reservamos el derecho de acudir a otras instancias tales como Ministerio de Cultura u otras a fin de manifestar el potencial daño que se estaría infringiendo a la imagen de la ciudadanía chalaca”.

Y como no podría ser de otra manera, ante la difusión de esta queja, inmediatamente la alcaldía del puerto aprovechó el barullo para subirse al coche y exigir lo mismo a los realizadores de la historia. Poniendo paños fríos al asunto, y considerando que poco se puede saber de una historia que aún no se estrena ni se conoce el contenido, hay que recordar que series de ficción, inspiradas en la realidad hay miles en la televisión mundial. Imagínense, ante el estreno de las exitosas “Narcos México” o su similar Colombia, los respectivos ciudadanos de ambos países, siguiendo la tendencia, se habrían tenido que oponer a la transmisión de la serie en Netflix o los miembros de la familia real inglesa no habrían permitido que se estrene “The Crown”, inspirada en la vida de la reina Isabel II.

Tampoco nos podemos imaginar que quienes viven en Alburquerque, Nuevo México, piensen que los estigmatizan porque el protagonista de “Breaking Bad”, fabrica metanfetamina en esa ciudad. Evidentemente no negamos el derecho que tienen los ciudadanos de protestar ante contenidos que consideran agraviantes,  pero siempre hay que pensar que en el terreno de la creación artística, siempre habrá un elemento vital que predomina y es la libertad, ese derecho inalienable que permite a directores, productores y actores proponer sin restricciones contenidos para el cine o la televisión.

A una serie como la anunciada  “Llauca”, o cualquier otra, solo se le debería calificar cuando se la vea completa y si está bien o mal hecha. Nada más.  Detenerse en situaciones subalternas para generar polémica innecesaria no lleva a nada. Más sentido común y menos barullo, ¿no les parece?